«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

domingo, 12 de junio de 2016

El significado de Pentecostés

Jesús vivió en la tierra y enseñó un evangelio que redimía al hombre de la superstición de que él era hijo del mal y lo elevaba a la dignidad de ser hijo de Dios por la fe. El mensaje de Jesús, tal como él lo predicó y lo vivió en su época, fue una solución eficaz a las dificultades espirituales del hombre, en la época en que se lo propuso. Y ahora, puesto que él como persona se ha ido del mundo, envía en su lugar a su Espíritu de la Verdad, destinado a vivir en el hombre y, para cada nueva generación, formular de nuevo el mensaje de Jesús para que cada nuevo grupo de mortales que aparezca sobre la superficie de la tierra tenga una versión nueva y actualizada del evangelio, un esclarecimiento personal y una guía colectiva que sea una solución eficaz a las siempre cambiantes y variadas dificultades espirituales del hombre.
      
La primera misión de este espíritu es, por supuesto, fomentar y personalizar la verdad, puesto que la comprensión de la verdad es lo que constituye la forma más elevada de libertad humana. En segundo lugar es propósito de este espíritu destruir la sensación de orfandad del creyente. Siendo que Jesús estuvo entre los hombres, todos los creyentes experimentarían una sensación de soledad de no ser por el advenimiento del Espíritu de la Verdad, destinado a morar en el corazón de los hombres.
     
Este otorgamiento del espíritu del Hijo preparó eficazmente la mente de todos los hombres normales para el otorgamiento universal subsiguiente del espíritu del Padre (el Ajustador) sobre toda la humanidad. En cierto sentido, este Espíritu de la Verdad es el espíritu tanto del Padre Universal como del Hijo Creador.
     
No cometas el error de esperar que tendrás intelectualmente una poderosa conciencia del Espíritu de la Verdad derramado. El espíritu no crea nunca una conciencia de sí mismo, sino tan sólo una conciencia de Micael, el Hijo. Desde el principio, Jesús enseñó que el espíritu no hablaría de sí mismo. La prueba, por lo tanto, de tu asociación con el Espíritu de la Verdad no se puede encontrar en tu conciencia de este espíritu sino más bien en tu experiencia de una asociación enaltecida con Micael.
      
El espíritu también vino para ayudar a los hombres a recordar y comprender las palabras del Maestro, así como también para iluminar y volver a interpretar su vida en la tierra.
      
También, el Espíritu de la Verdad vino para ayudar al creyente a atestiguar las realidades de las enseñanzas de Jesús y de su vida tal como la vivió en la carne, y tal como él ahora nuevamente la vive otra vez en cada creyente de cada generación de hijos de Dios llenados del espíritu.
      
Así pues es evidente que el Espíritu de la Verdad viene en realidad para conducir a todos los creyentes a toda la verdad, al conocimiento cada vez más amplio de la experiencia de la conciencia espiritual viva y creciente de la realidad de la filiación con Dios eterna y ascendente.
      
Jesús vivió una vida que es una revelación del hombre sometido a la voluntad del Padre, no un ejemplo que cada hombre deba intentar seguir al pie de la letra. Su vida en la carne, juntamente con su muerte en la cruz y subsiguiente resurrección, terminaron por transformarse en un nuevo evangelio del rescate pagado como precio para liberar al hombre de las garras del malvado —de la condenación de un Dios ofendido. Sin embargo, aunque el evangelio fue grandemente distorsionado, sigue siendo un hecho que este nuevo mensaje sobre Jesús conllevaba muchas de las verdades y enseñanzas fundamentales de su previo evangelio del reino. Tarde o temprano, estas verdades ocultas de la paternidad de Dios y de la hermandad de los hombres emergerán para transformar eficazmente las civilizaciones de la humanidad entera.
      
Pero estos errores del intelecto no interfirieron de modo alguno con el gran progreso del creyente en crecimiento espiritual. En menos de un mes después del advenimiento del Espíritu de la Verdad, los apóstoles progresaron espiritualmente como individuos, más que durante los casi cuatro años de asociación personal y amante con el Maestro. Tampoco interfirió en modo alguno esta sustitución del evangelio salvador de la verdad de la filiación con Dios por el hecho de la resurrección de Jesús, con la rápida difusión de sus enseñanzas; al contrario, el hecho de que las nuevas enseñanzas sobre su persona y resurrección opacaron el mensaje de Jesús, pareció facilitar grandemente la predicación de la buena nueva.
     
El término «bautismo del espíritu», cuyo uso comenzó a generalizarse alrededor de esta época, significó simplemente la recepción consciente de este don del Espíritu de la Verdad y el reconocimiento personal de este nuevo poder espiritual, como acrecentamiento de todas las influencias espirituales previamente experimentadas por las almas conocedoras de Dios.
      
A partir del envío del Espíritu de la Verdad, el hombre está sujeto a la enseñanza y guía de una triple dote espiritual: el espíritu del Padre, el Ajustador del Pensamiento; el espíritu del Hijo, el Espíritu de la Verdad; el espíritu del Espíritu, el Espíritu Santo.
      
En cierto modo, la humanidad está sujeta a la doble influencia del llamado séptuplo de las influencias espirituales del universo. Las primeras razas evolucionarias de los mortales están sometidas al contacto progresivo de los siete espíritus ayudantes de la mente del Espíritu Materno del universo local. A medida que el hombre progresa hacia arriba en la escala de la inteligencia y de la percepción espiritual, ulteriormente llegan a él y moran en él las siete influencias de los espíritus superiores. Y estos siete espíritus de los mundos en avance son:
      
1. El espíritu otorgado por el Padre universal —los Ajustadores del Pensamiento.
      
2. La presencia espiritual del Hijo Eterno —la gravedad espiritual del universo de los universos y el canal certero de toda comunión espiritual.
      
3. La presencia espiritual del Espíritu Infinito —el espíritu-mente universal de toda la creación, la fuente espiritual del parentesco intelectual de todas las inteligencias progresivas.
     
4. El espíritu del Padre Universal y del Hijo Creador —el Espíritu de la Verdad, generalmente considerado el espíritu del Hijo del Universo.
      
5. El espíritu del Espíritu Infinito y del Espíritu Materno del Universo —el Espíritu Santo, generalmente considerado el espíritu del Espíritu del Universo.
      
6. El espíritu de mente del Espíritu Materno del Universo —los siete espíritus ayudantes de la mente en el universo local.
      
7. El espíritu del Padre, los Hijos y los Espíritus —el espíritu de nuevo nombre de los mortales ascendentes de los reinos después de la fusión del alma mortal nacida del espíritu con el Ajustador del Pensamiento del Paraíso, y después del subsiguiente alcance de la divinidad y la glorificación del estado del Cuerpo de Finalistas del Paraíso.
      
Así pues, el don del Espíritu de la Verdad trajo al mundo y a sus pobladores el último de los dones espirituales, cuyo propósito es ayudar a la búsqueda ascendente de Dios.