No salieron de Jericó hasta cerca de mediodía puesto que la noche
anterior estuvieron sentados hasta tarde mientras Jesús enseñaba a
Zaqueo y a su familia el evangelio del reino. Aproximadamente a mitad
camino de la carretera que subía hacia Betania, el grupo se detuvo para
almorzar, mientras pasaban multitudes camino de Jerusalén, sin saber que
Jesús y los apóstoles morarían esa noche en el Monte de los Olivos.
La parábola de las minas, a diferencia de
la parábola de los talentos, que era para todos los discípulos, fue
relatada más exclusivamente para los apóstoles y se basaba mayormente en
la experiencia de Arquelao y su intento fútil de tomar las riendas del
reino de Judea. Ésta es una de las pocas parábolas del Maestro cimentada
en un personaje histórico auténtico. No es extraño que surgiera
Arquelao a la mente puesto que la casa de Zaqueo en Jericó estaba muy
cerca del adornado palacio de Arquelao, y su acueducto pasaba a lo largo
del camino por el cual habían partido ellos de Jericó.
Dijo Jesús: «Creéis que el Hijo del Hombre
va a Jerusalén para recibir un reino, pero yo
declaro que estáis
destinados a sufrir una desilusión. ¿Acaso no recordáis la historia de
cierto príncipe que fue a un país lejano para recibir un reino, pero aun
antes de poder retornar, los ciudadanos de su provincia, que en su
corazón ya lo habían rechazado, enviaron una delegación tras él, que
decía: `no toleramos que este hombre reine sobre nosotros'? Así como
este rey fue rechazado en el gobierno temporal, del mismo modo el Hijo
del Hombre será rechazado en el gobierno espiritual. Nuevamente declaro
que mi reino no es de este mundo; pero si el Hijo del
Hombre hubiera recibido el gobierno espiritual de su pueblo, habría
aceptado tal reino de las almas de los hombres y habría reinado sobre
tal dominio de corazones humanos. A pesar de que ellos rechazan mi
gobierno espiritual sobre ellos, yo retornaré nuevamente para recibir de
otros el mismo reino del espíritu que ahora me niegan. Veréis que el
Hijo del Hombre será rechazado ahora, pero en otra época, lo que ahora
rechazan los hijos de Abraham, será recibido y exaltado.
«Ahora bien, como el noble rechazado de
esta parábola, yo quiero llamar ante mí a mis doce siervos, los
mayordomos especiales, y dando a cada uno de vosotros la suma de una
mina, quiero advertiros que cumpláis bien con mis instrucciones de
diligente comercio con vuestro fondo fiduciario durante mi ausencia para
que tenáis algo con que justificar vuestra mayordomía cuando yo
retorne, y se os pidan cuentas.
«Si este Hijo rechazado no volviese, otro
Hijo será enviado para recibir este reino, y este Hijo enviará luego por
todos vosotros para recibir vuestro informe de mayordomía y para
regocijarse de vuestras ganancias.
«Y cuando estos mayordomos fueron llamados
posteriormente para rendir cuentas, se adelantó el primero, diciendo:
`Señor, con tu mina yo he hecho diez minas más'. Y su amo le dijo: `bien
hecho; eres un buen siervo; como te has demostrado fiel en este asunto,
te daré autoridad sobre diez ciudades'. Vino el segundo, diciendo: `la
mina que me dejaste Señor, ha producido cinco minas'. Y el amo dijo:
`por lo tanto te haré yo gobernante de cinco ciudades'. Así
sucesivamente con todos los otros hasta que el último de los siervos, al
ser llamado para rendir cuentas, dijo: `Señor, he aquí tu mina, que he
guardado celosamente en esta servilleta. Esto hice porque tuve miedo de
ti; creí que fueras irrazonable viendo que tomas lo que no pusiste y
siegas lo que no sembraste'. Entonces dijo el amo: `¡Oh siervo
negligente e infiel, por tu propia boca te juzgaré! Sabías que yo siego
lo que aparentemente no he sembrado; por lo tanto sabías que te pediría
cuentas. Sabiéndolo, por lo menos deberías haber dado mi dinero al
banquero para que a mi vuelta lo tuviera con el interés apropiado'.
«Luego dijo este gobernante a los que
estaban cerca: `Quitadle la mina a este siervo infiel y dadla al que
tiene las diez minas'. Cuando le recordaron al señor que aquel ya tenía
diez minas, él dijo: `A todo aquel que tenga, más se le dará, pero aquel
que no tiene, aun lo poco que tenga se le quitará'».
Luego los apóstoles intentaron entender la
diferencia entre el significado de esta parábola y el de la anterior
parábola de los talentos, pero Jesús sólo dijo, en respuesta a sus
muchas preguntas: «Reflexionad bien sobre estas palabras en vuestro
corazón hasta que cada uno de vosotros halle el verdadero significado».
Fue Natanael quien también enseñó el
significado de estas dos parábolas en años posteriores, resumiendo sus
enseñanzas en estas conclusiones:
1.
La habilidad es la medida práctica de las oportunidades de la vida. No
serás nunca responsable por cumplir con lo que está más allá de tus
habilidades.
2.
La fidelidad es la medida inequívoca de la confiabilidad humana. Aquel
que es fiel en las pequeñas cosas, también probablemente exhibirá
fidelidad en todo que sea de acuerdo con sus dotes.
3.
El Maestro otorga menos recompensa a una menor fidelidad cuando la oportunidad es igual.
4.
El otorga la misma recompensa por igual fidelidad cuando hay menos oportunidad.
Cuando terminaron su almuerzo, y una vez
que la multitud de seguidores salió hacia Jerusalén, Jesús, de pie ante
los apóstoles a la sombra de una roca a la orilla del camino, señaló con
el dedo hacia el oeste, diciendo con alegre dignidad y graciosa
majestad: «Venid, hermanos míos, vayamos a Jerusalén para recibir allí
lo que nos aguarda; así cumpliremos con la voluntad del Padre celestial
en todas las cosas».
Así pues Jesús y sus apóstoles reanudaron este, el último viaje del Maestro a Jerusalén en la semejanza de la carne mortal.