Jesús vivió en la tierra y enseñó un evangelio que redimía al hombre
de la superstición de que él era hijo del mal y lo elevaba a la dignidad
de ser hijo de Dios por la fe. El mensaje de Jesús, tal como él lo
predicó y lo vivió en su época, fue una solución eficaz a las
dificultades espirituales del hombre, en la época en que se lo propuso. Y
ahora, puesto que él como persona se ha ido del mundo, envía en su
lugar a su Espíritu de la Verdad, destinado a vivir en el hombre y, para
cada nueva generación, formular de nuevo el mensaje de Jesús para que
cada nuevo grupo de mortales que aparezca sobre la superficie de la
tierra tenga una versión nueva y actualizada del evangelio, un
esclarecimiento personal y una guía colectiva que sea una solución
eficaz a las siempre cambiantes y variadas dificultades espirituales del
hombre.
La primera misión de este espíritu es, por
supuesto, fomentar y personalizar la verdad, puesto que la comprensión
de la verdad es lo que constituye la forma más elevada de libertad
humana. En segundo lugar es propósito de este espíritu destruir la sensación de orfandad del creyente. Siendo
que Jesús estuvo entre los hombres, todos los creyentes experimentarían
una sensación de soledad de no ser por el advenimiento del Espíritu de
la Verdad, destinado a morar en el corazón de los hombres.
Este otorgamiento del espíritu del Hijo
preparó eficazmente la mente de todos los hombres normales para el
otorgamiento universal subsiguiente del espíritu del Padre (el
Ajustador) sobre toda la humanidad. En cierto sentido, este Espíritu de
la Verdad es el espíritu tanto del Padre Universal como del Hijo
Creador.
No cometas el error de esperar que tendrás
intelectualmente una poderosa conciencia del Espíritu de la Verdad
derramado. El espíritu no crea nunca una conciencia de sí mismo, sino
tan sólo una conciencia de Micael, el Hijo. Desde el principio, Jesús
enseñó que el espíritu no hablaría de sí mismo. La prueba, por lo tanto,
de tu asociación con el Espíritu de la Verdad no se puede encontrar en
tu conciencia de este espíritu sino más bien en tu experiencia de una
asociación enaltecida con Micael.
El espíritu también vino para ayudar a los
hombres a recordar y comprender las palabras del Maestro, así como
también para iluminar y volver a interpretar su vida en la tierra.
También, el Espíritu de la Verdad vino para
ayudar al creyente a atestiguar las realidades de las enseñanzas de
Jesús y de su vida tal como la vivió en la carne, y tal como él ahora
nuevamente la vive otra vez en cada creyente de cada generación de hijos
de Dios llenados del espíritu.
Así pues es evidente que el Espíritu de la
Verdad viene en realidad para conducir a todos los creyentes a toda la
verdad, al conocimiento cada vez más amplio de la experiencia de la
conciencia espiritual viva y creciente de la realidad de la filiación
con Dios eterna y ascendente.
Jesús vivió una vida que es una revelación
del hombre sometido a la voluntad del Padre, no un ejemplo que cada
hombre deba intentar seguir al pie de la letra. Su vida en la carne,
juntamente con su muerte en la cruz y subsiguiente resurrección,
terminaron por transformarse en un nuevo evangelio del rescate pagado
como precio para liberar al hombre de las garras del malvado —de la
condenación de un Dios ofendido. Sin embargo, aunque el evangelio fue
grandemente distorsionado, sigue siendo un hecho que este nuevo mensaje
sobre Jesús conllevaba muchas de las verdades y enseñanzas fundamentales
de su previo evangelio del reino. Tarde o temprano, estas verdades
ocultas de la paternidad de Dios y de la hermandad de los hombres
emergerán para transformar eficazmente las civilizaciones de la
humanidad entera.
Pero estos errores del intelecto no
interfirieron de modo alguno con el gran progreso del creyente en
crecimiento espiritual. En menos de un mes después del advenimiento del
Espíritu de la Verdad, los apóstoles progresaron espiritualmente como
individuos, más que durante los casi cuatro años de asociación personal y
amante con el Maestro. Tampoco interfirió en modo alguno esta
sustitución del evangelio salvador de la verdad de la filiación con Dios por el hecho
de la resurrección de Jesús, con la rápida difusión de sus enseñanzas;
al contrario, el hecho de que las nuevas enseñanzas sobre su persona y
resurrección opacaron el mensaje de Jesús, pareció facilitar grandemente
la predicación de la buena nueva.
El término «bautismo del espíritu», cuyo
uso comenzó a generalizarse alrededor de esta época, significó
simplemente la recepción consciente de este don del Espíritu de la
Verdad y el reconocimiento personal de este nuevo poder espiritual, como
acrecentamiento de todas las influencias espirituales previamente
experimentadas por las almas conocedoras de Dios.
A partir del envío del Espíritu de la
Verdad, el hombre está sujeto a la enseñanza y guía de una triple dote
espiritual: el espíritu del Padre, el Ajustador del Pensamiento; el espíritu del Hijo, el Espíritu de la Verdad; el espíritu del Espíritu, el Espíritu Santo.
En cierto modo, la humanidad está sujeta a
la doble influencia del llamado séptuplo de las influencias espirituales
del universo. Las primeras razas evolucionarias de los mortales están
sometidas al contacto progresivo de los siete espíritus ayudantes de la
mente del Espíritu Materno del universo local. A medida que el hombre
progresa hacia arriba en la escala de la inteligencia y de la percepción
espiritual, ulteriormente llegan a él y moran en él las siete
influencias de los espíritus superiores. Y estos siete espíritus de los
mundos en avance son:
1.
El espíritu otorgado por el Padre universal —los Ajustadores del Pensamiento.
2.
La presencia espiritual del Hijo Eterno —la gravedad espiritual del
universo de los universos y el canal certero de toda comunión
espiritual.
3.
La presencia espiritual del Espíritu Infinito —el espíritu-mente
universal de toda la creación, la fuente espiritual del parentesco
intelectual de todas las inteligencias progresivas.
4. El espíritu del Padre Universal y del
Hijo Creador —el Espíritu de la Verdad, generalmente considerado el
espíritu del Hijo del Universo.
5.
El espíritu del Espíritu Infinito y del Espíritu Materno del Universo
—el Espíritu Santo, generalmente considerado el espíritu del Espíritu
del Universo.
6.
El espíritu de mente del Espíritu Materno del Universo —los siete espíritus ayudantes de la mente en el universo local.
7.
El espíritu del Padre, los Hijos y los Espíritus —el espíritu de nuevo
nombre de los mortales ascendentes de los reinos después de la fusión
del alma mortal nacida del espíritu con el Ajustador del Pensamiento del
Paraíso, y después del subsiguiente alcance de la divinidad y la
glorificación del estado del Cuerpo de Finalistas del Paraíso.
Así pues, el don del Espíritu de la Verdad
trajo al mundo y a sus pobladores el último de los dones espirituales,
cuyo propósito es ayudar a la búsqueda ascendente de Dios.