«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

El autootorgamiento de Micael en Urantia..

El autootorgamiento de Micael de Nebadón.


HE SIDO encomendado por Gabriel para supervisar la nueva presentación de la vida de Micael durante su estadía en Urantia en semejanza de carne mortal. Soy el director Melquisedek de la comisión reveladora a cargo de esta tarea, y he sido autorizado para presentar esta narrativa de ciertos acontecimientos inmediatamente precedentes a la llegada del Hijo Creador a Urantia para recorrer la última etapa de su experiencia autootorgadora en el universo. Vivir tales vidas idénticas a la que él impone a los seres inteligentes de su propia creación, otorgándose así en semejanza de sus varias órdenes de seres creados, es parte del precio que cada Hijo Creador debe pagar si quiere adquirir la soberanía plena y suprema en el universo de cosas y seres por él creado.
      
Antes de los eventos que estoy a punto de relatar, Micael de Nebadon se había ya otorgado seis veces, a semejanza de seis órdenes diferentes de su diversa creación de seres inteligentes. Después de estos autootorgamientos se aprontó para descender a Urantia a semejanza de los seres mortales, siendo ésta la orden más baja de sus criaturas inteligentes volitivas y como tal ser humano del dominio material, ejecutar el último acto del drama de la adquisición de la soberanía sobre su universo de acuerdo con el mandato de los divinos Gobernantes Paradisiacos del universo de los universos.

      
En el curso de cada una de los autootorgamientos precedentes Micael no sólo adquirió la experiencia finita de un grupo de sus seres creados, sino que también adquirió una experiencia esencial en cooperación con el Paraíso que de sí misma y por sí misma contribuiría a convertirlo en el soberano del universo por él creado. En cualquier momento durante todo el tiempo pasado en el universo local, Micael podría haber declarado su soberanía personal como Hijo Creador, y como Hijo Creador podría haber gobernado su universo según sus propias preferencias. Si eso hubiera ocurrido, Emanuel y los Hijos del Paraíso asociados se hubieran ido del universo. Pero Micael no deseaba gobernar a Nebadon solamente sobre la base de su propio derecho como Hijo Creador. Deseaba ascender, a través de una auténtica experiencia de subordinación cooperativa con la Trinidad del Paraíso, hasta esa elevada posición en el estado universal que le permitiera gobernar su universo y administrar sus asuntos con la perfección del discernimiento y la sabiduría de ejecución que alguna vez serán características del excelso gobierno del Ser Supremo. Su aspiración no era la perfección de gobierno como Hijo Creador, sino la supremacía administrativa como incorporación misma de la sabiduría universal y de la experiencia divina del Ser Supremo.
      
Por consiguiente, Micael tenía un doble propósito al efectuar estos siete autootorgamientos a las varias órdenes de sus criaturas universales. En primer término, completaba la experiencia necesaria para la comprensión de las criaturas, que se le exige de todos los Hijos Creadores antes de que asuman la soberanía completa. Los Hijos Creadores pueden en cualquier momento gobernar su universo por su propio derecho, pero tan sólo pueden gobernar como representantes supremos de la Trinidad del Paraíso después de pasar por los siete autootorgamientos en las criaturas del universo. 

En segundo lugar, aspiraba al privilegio de representar la autoridad máxima de la Trinidad del Paraíso, que puede ser ejercida en la administración directa y personal de un universo local. Por consiguiente, durante la experiencia de cada uno de sus autootorgamientos en el universo, Micael, voluntariamente supo subordinarse perfectamente y con éxito a las voluntades combinadas de las diversas asociaciones de las personas de la Trinidad del Paraíso. Es decir que, durante el primer autootorgamiento se sometió a la voluntad combinada del Padre, el Hijo y el Espíritu; durante el segundo autootorgamiento, a la voluntad del Padre y del Hijo; durante el tercero autootorgamiento, a la voluntad del Padre y del Espíritu; durante el cuarto autootorgamiento, a la voluntad del Hijo y del Espíritu; durante el quinto autootorgamiento, a la voluntad del Espíritu Infinito; durante el sexto autootorgamiento, a la voluntad del Hijo Eterno; y durante el séptimo y último autootorgamiento en Urantia, a la voluntad del Padre Universal.

      
Por consiguiente, Micael combina en su soberanía personal la voluntad divina de las siete fases de los Creadores universales con la experiencia de comprensión a sus criaturas del universo local. Así su administración representará el poder y la autoridad más altos posibles, pero estará libre de toda suposición arbitraria. Su poder será ilimitado porque deriva de la asociación experiencial con las Deidades del Paraíso; su autoridad será incuestionable porque es adquirida a través de una auténtica experiencia en semejanza a las criaturas del universo; su soberanía será suprema porque abarca al mismo tiempo los puntos de vista séptuples de la Deidad del Paraíso y el punto de vista de la criatura del tiempo y el espacio.

      
Después de haber determinado la época para su autootorgamiento final y de seleccionar el planeta en el cual este extraordinario evento habría de tener lugar, Micael celebró su habitual conferencia pre-autootorgamiento con Gabriel, luego se presentó ante Emanuel, su hermano mayor y consejero Paradisiaco. A continuación Micael entregó a la custodia de Emanuel todos aquellos poderes de la administración del universo que ya no habían sido transferidos a Gabriel. Y momentos antes de la partida de Micael al autootorgamiento urantiano, Emanuel aceptó la custodia del universo por el período del autootorgamiento en Urantia de su hermano, y impartió los consejos que servirían de guía de encarnación para Micael cuando éste crecería en Urantia como un mortal del dominio.

      
Sobre este tema debe recordarse que Micael había elegido otorgarse en semejanza de la carne mortal, sujeto a la voluntad del Padre del Paraíso. El Hijo Creador no necesitaba recibir instrucciones de nadie para llevar a cabo esto autootorgamiento con el solo propósito de obtener la soberanía universal; pero se había embarcado en un programa de revelación del Supremo que comprendía la función cooperativa con las diversas voluntades de las Deidades del Paraíso. Así, su soberanía que final y personalmente adquiriría, abarcaría efectivamente la séptuple voluntad de la Deidad tal como culmina en el Supremo. Por lo tanto, ya
había recibido instrucciones seis veces de los representantes personales de las varias Deidades del Paraíso y de sus asociaciones; y en esta oportunidad las instrucciones provenían del Unión de los Días, el Embajador de la Trinidad del Paraíso ante el universo local de Nebadon, que actuaba en nombre del Padre Universal.
     
El agrado con que este poderoso Hijo Creador se subordinaba nuevamente a la voluntad de las Deidades del Paraíso (esta vez a la del Padre Universal) había de producir ventajas inmediatas y enormes compensaciones. Gracias a esta decisión de efectuar tal subordinación asociativa, Micael experimentaría en esta encarnación no solamente la naturaleza del hombre mortal, sino también la voluntad del Padre Paradisiaco de todos. Y además, podía comenzar este singular autootorgamiento con la seguridad completa de que Emanuel aplicaría la plena autoridad del Padre Paradisiaco en la administración de su universo durante su ausencia debida a su autootorgamiento en Urantia, y con el conocimiento reconfortante de que los Ancianos de los Días del superuniverso habían decretado la seguridad completa de su reino durante el entero período de su autootorgamiento.

     
Y tal pues era la situación en el momento importantísimo en que Emanuel presentó el séptimo cometido de autootorgamiento. Se me ha permitido trasmitir los siguientes pasajes, extraídos de la encomienda preautootorgadora emitida por Emanuel al gobernante de un universo que poco después se tornaría en Jesús de Nazaret (Cristo Micael) en Urantia.