«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

domingo, 5 de agosto de 2012

La ordenación de los doce.

POCO antes del mediodía del domingo 12 de enero del año 27 d. de J.C., Jesús reunió a los apóstoles para su ordenación como predicadores públicos del evangelio del reino. Los doce esperaban ser llamados en cualquier momento; por eso no se habían alejado mucho de la costa esa mañana para pescar. Varios de ellos estaban junto a la playa, reparando las redes y trabajando con sus artefactos de pesca.
      

Jesús se encaminó hacia la playa para congregar a los apóstoles, y llamó primero a Andrés y Pedro, que estaban pescando cerca de la costa; luego, atrajo con un gesto a Santiago y Juan, que se encontraban ahí cerca en una barca, conversando con su padre Zebedeo y remendando sus redes. De dos en dos reunió a los otros apóstoles, y cuando los doce estuvieron todos juntos, se dirigió con ellos a las alturas al norte de Capernaum, y allí procedió a instruirlos para prepararlos para la ordenación formal.
      
Por una vez, los doce apóstoles permanecían en silencio; hasta Pedro estaba meditabundo. ¡Por fin había llegado el momento largamente esperado! Se irían aparte con el Maestro para participar en cierto tipo de ceremonia solemne de consagración personal y dedicación colectiva al trabajo sagrado de representar a su Maestro en la proclamación del advenimiento del reino de su Padre.