Poco después de las cuatro y media de este domingo por la madrugada,
Gabriel convocó a su lado a los arcángeles y se preparó para inaugurar
la resurrección general del fin de la dispensación adánica en Urantia.
Cuando las vastas huestes de serafines y de querubines que participaban
en este gran acontecimiento se organizaron en formación apropiada,
apareció ante Gabriel, el Micael morontial diciendo: «Así como mi Padre
tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo el poder de tener vida
en sí mismo. Aunque todavía no he vuelto a tomar plenamente el ejercicio
de la jurisdicción universal, esta limitación autoimpuesta no restringe
de ninguna manera el don de la vida sobre mis hijos dormidos; que se
comience a pasar lista para la resurrección planetaria».
El circuito de los arcángeles operó
entonces por primera vez desde Urantia. Gabriel y las huestes de
arcángeles se trasladaron al sitio de la polaridad espiritual del
planeta; y cuando Gabriel dio la señal, se transmitió su voz al primero
de los mundos de estancia del sistema diciendo: «Por mandato de Micael,
¡dejad que se levanten los muertos de una dispensación de Urantia!»
Entonces, todos los sobrevivientes de las razas humanas de Urantia que
habían caído en el sueño desde los días de Adán, y que aún no habían
sido juzgados, aparecieron en las salas de resurrección del grupo de
mundos de estancia, prontos para la investidura morontial. En un
instante de tiempo, los serafines y sus asociados se prepararon para
partir hacia los mundos de estancia. Ordinariamente estos guardianes
seráficos, anteriormente asignados a la custodia de grupo de estos
mortales sobrevivientes, habrían estado presentes, en el momento del
despertar, en las salas de resurrección del grupo de mundos de estancia,
pero en este momento se encontraban en este mundo mismo porque la
presencia de Gabriel era necesaria aquí en relación con la resurrección
morontial de Jesús.
A pesar de que incontables seres con sus
guardianes seráficos personales y los que habían alcanzado el nivel
requerido de progreso de la personalidad espiritual habían progresado a
los mundos de estancia en las eras subsiguientes a los tiempos de Adán y
Eva, y aunque había habido muchas resurrecciones especiales y
milenarias de los hijos de Urantia, ésta era la tercera ocasión en que
se pasaba lista planetaria, o sea la tercera resurrección dispensacional
completa. La primera ocurrió al tiempo de la llegada del Príncipe
Planetario, la segunda durante los tiempos de Adán, y ésta, la tercera,
señaló la resurrección morontial, el tránsito mortal, de Jesús de
Nazaret.
Cuando el jefe de los arcángeles recibió la
señal de la resurrección planetaria, el Ajustador Personalizado del
Hijo del Hombre renunció a su autoridad sobre las huestes celestiales
reunidas en Urantia, transfiriendo nuevamente a todos estos hijos del universo local a la jurisdicción de
sus comandantes respectivos. Y cuando hubo hecho esto, él partió en
dirección a Salvingtón para registrar ante Emanuel la culminación del
tránsito mortal de Micael. Y fue seguido inmediatamente por todas las
huestes celestiales que no hacían falta en Urantia. Pero, Gabriel
permaneció en Urantia con el Jesús morontial.
Éste es pues el relato de los
acontecimientos de la resurrección de Jesús visto por los que tuvieron
la oportunidad de presenciarlos mientras realmente ocurrían, sin las
limitaciones de una visión humana parcial y restringida.