«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

domingo, 9 de agosto de 2015

Las causas de la caida de Judas.

Fue en la primera parte del mensaje de adiós del Maestro a sus apóstoles en la que aludió él a la pérdida de Judas y mencionó el trágico hado de su traidor compañero de trabajo como solemne advertencia contra los peligros del aislamiento social y fraternal. Acaso sea útil para los creyentes, en esta era y en eras por venir, recordar brevemente las causas de la caída de Judas a la luz de las observaciones del Maestro y en vista del esclarecimiento acumulado a través de los siglos sucesivos.
      
Al considerar esta tragedia, concebimos que Judas se desvió, principalmente, porque era acentuadamente una personalidad autoaislada, una personalidad cerrada y alejada de los contactos sociales comunes. Persistentemente se negó a confiar en sus hermanos apóstoles y a fraternizar libremente con ellos. Pero su personalidad tendiente al aislamiento no habría desencadenado por sí sola tanta maldad en Judas de no ser por el hecho de que él no logró crecer en el amor y en la gracia espiritual. Además, para empeorar aun más las cosas, alimentó él persistentemente rencores y fomentó enemigos psicológicos tales como la venganza y el anhelo generalizado de «cobrárselas» a alguien por todas sus desilusiones.
      
Esta desafortunada combinación de características individuales y tendencias mentales se confabuló para destruir a un hombre bien intencionado, que no logró dominar estos males mediante el amor, la fe y la confianza. Está claro que la caída de Judas no era inevitable, tal como se demuestra en el caso de Tomás y de Natanael, quienes fueron azotes del mismo tipo de sentimientos de desconfianza y un superdesarrollo de tendencias individualísticas. Aun Andrés y Mateo tenían muchas tendencias de este tipo; pero todos estos hombres crecieron en un amor cada vez mayor por Jesús y sus hermanos apóstoles a medida que pasaba el tiempo. Crecieron en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Confiaron cada vez más en sus hermanos y poco a poco desarrollaron la capacidad de fiarse en sus compañeros. Judas se negó persistentemente a fiarse de sus hermanos. Cuando se vio obligado, por una acumulación de sus conflictos emocionales, a buscar el alivio de la autoexpresión, invariablemente buscó el consejo y recibió el consuelo necio de sus parientes no espirituales o de aquellos conocidos casuales que eran no sólo indiferentes, sino verdaderamente hostiles, al bienestar y progreso de las realidades espirituales del reino celestial, del cual él era uno de los doce consagrados embajadores en la tierra.
      
Judas fue derrotado en sus batallas en la lucha terrenal debido a los siguientes factores de tendencias personales y debilidades de carácter:

1. Era un tipo de persona que tendía a aislarse. Era altamente individualista y eligió crecer tornándose cada vez menos sociable y más encerrado en sí mismo.
      
2. De niño, se le había hecho la vida demasiado fácil a él. Resentía amargamente la derrota. Siempre esperaba ganar; no sabía perder con donaire.
      
3. No adquirió nunca una técnica filosófica para enfrentarse con el desencanto. En vez de aceptar las desilusiones como características comunes y regulares de la existencia humana, infaliblemente recurrió a la práctica de culpar a una persona en particular o al grupo de sus asociados por todas sus dificultades y desilusiones personales.
      
4. Era rencoroso; constantemente alimentaba la idea de vengarse.
      
5. No le gustaba enfrentarse francamente con los hechos; era deshonesto en su actitud hacia las situaciones de la vida.
      
6. Le disgustaba hablar de sus problemas personales con sus asociados inmediatos; se negaba a hablar de sus dificultades con sus verdaderos amigos y con los que realmente lo amaban. Durante todos los años de su asociación, no recurrió ni una sola vez al Maestro con un problema puramente personal.
      
7. No aprendió nunca que las verdaderas recompensas de una vida noble son, en última instancia, los premios espirituales, que no siempre se distribuyen durante la corta vida en la carne.
      
Como resultado de su persistente aislamiento de personalidad, sus penas se multiplicaron, sus congojas crecieron, sus ansiedades aumentaron, y su desesperación se profundizó casi más allá de lo soportable.
  
Aunque este apóstol egocéntrico y ultraindividualista tenía muchos problemas psíquicos, emocionales y espirituales, sus dificultades principales eran: en personalidad, él se aislaba. Mentalmente, era suspicaz y vengativo. En temperamento, era agrio y vindictivo. Emocionalmente, no tenía ni amor ni perdón. Socialmente, no confiaba en nadie, era casi completamente contenido en sí mismo. En espíritu, se volvió arrogante, ambicioso y egoísta. En la vida ignoró a los que lo amaban y en la muerte, no tuvo amigo ninguno.
      
Éstos son pues los factores mentales e influencias del mal que, tomados todos juntos, explican por qué un creyente en Jesús con buenas intenciones y de otra manera previamente sincero, aun después de varios años de asociación íntima con la personalidad transformadora de Jesús, abandonó a sus hermanos, repudió una causa sagrada, renunció al sagrado llamado y traicionó a su divino Maestro.