«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

lunes, 9 de abril de 2012

El año treinta y uno (25 d. de J. C.)

Al regresar Jesús del Mar Caspio, sabía que sus viajes por el mundo prácticamente habían acabado. Tan sólo salió de Palestina una vez más para viajar a Siria. Después de una breve visita a Capernaum, fue a Nazaret, quedándose allí unos pocos días. A mediados de abril salió de Nazaret para Tiro. Desde allí viajó hacia el norte, pasando unos días en Sidón, pero su destino era Antioquía.
      
Éste es el año de los viajes solitarios de Jesús por Palestina y Siria. Durante este año de viajes se le conoció por distintos nombres en diferentes partes del país: el carpintero de Nazaret, el armador de Capernaum, el escriba de Damasco y el maestro de Alejandría.
      
En Antioquía, el Hijo del Hombre vivió durante más de dos meses, trabajando, observando, estudiando, visitando, ministrando y aprendiendo todo el tiempo cómo viven los hombres, cómo piensan, cómo sienten y cómo reaccionan ante el medio de la existencia humana. Durante tres semanas de este período, trabajó como fabricante de tiendas. Permaneció más tiempo en Antioquía que en ningún otro lugar durante este viaje. Diez años más tarde, al predicar el apóstol Pablo en Antioquía, y oír que sus seguidores hablaban de las doctrinas del escriba de Damasco, no se dio cuenta de que éstos habían oído la voz y escuchado las enseñanzas del Maestro mismo.
      
Desde Antioquía Jesús viajó hacia el sur, a lo largo de la costa, hasta Cesarea, donde permaneció unas pocas semanas, continuando luego por la costa hasta Jope. Desde Jope se internó hasta Jamnia, Asdod y Gaza. Desde Gaza se alejó de la costa en dirección a Beerseba, donde permaneció una semana.
      
Comenzó entonces Jesús su gira final de incógnito, por el corazón de Palestina, caminando de Beerseba en el sur hasta Dan en el norte. En este viaje hacia el norte, paró en Hebrón, Belén (donde vio el sitio de su nacimiento), Jerusalén (no visitó Betania), Beerot, Lebona, Sicar, Siquem, Samaria, Geba, En-Ganim, Endor, Madón; cruzó Magdala y Capernaum, y prosiguió hacia el norte; y pasó al este de las Aguas de Merom, caminó de Cárata, hasta Dan o Cesarea de Filipo.
      
El Ajustador del Pensamiento residente condujo a Jesús a apartarse de los lugares habitados por los hombres y ascender al Monte Hermón para terminar allí la labor de conquista de su mente humana y completar la tarea de su consagración plena al resto de su ministerio en la tierra.
      
Fue ésta una de esas épocas inusitadas y extraordinarias en la vida terrenal del Maestro en Urantia. Otra muy similar fue la que experimentó al retirarse solitario a las colinas cercanas a Pella, inmediatamente después de su bautismo. Este período de aislamiento en el Monte Hermón marcó la terminación de su carrera puramente humana, es decir, la terminación de hecho del autootorgamiento en semejanza de un mortal, mientras que el aislamiento posterior señaló el comienzo de la fase más divina del autootorgamiento. Jesús vivió a solas con Dios durante seis semanas en las faldas del Monte Hermón.