«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»
miércoles, 19 de septiembre de 2012
La enseñanza en el templo.
Durante todo este mes, Jesús o uno de los apóstoles enseñaban diariamente en el templo. Cuando las multitudes pascuales eran demasiado numerosas para entrar al templo y escuchar la enseñanza, los apóstoles conducían muchos grupos de enseñanza fuera de los precintos sagrados. Lo esencial de su mensaje era:
1. El reino del cielo se acerca.
2. Mediante la fe en la paternidad de Dios, podéis entrar en el reino del cielo y así ser hijos de Dios.
3. El amor es la regla del vivir dentro del reino —devoción suprema a Dios al amar al prójimo como a vosotros mismos.
4. La obediencia a la voluntad del Padre, que produce los frutos del espíritu en la vida personal, es la ley del reino.
Las multitudes que venían a celebrar la Pascua escucharon estas enseñanzas de Jesús, y cientos entre ellos se regocijaron de la buena nueva. Los altos sacerdotes y rectores de los judíos mucho se preocuparon acerca de Jesús y sus apóstoles y discutieron qué deberían de hacer con ellos.
Además de enseñar dentro y fuera del templo, los apóstoles y otros creyentes hacían mucho trabajo personal entre las multitudes pascuales. Estos hombres y mujeres interesados llevaron la nueva del mensaje de Jesús, escuchada durante la celebración pascual, a los puntos más remotos del Imperio Romano y también al oeste. Fue éste el comienzo de la expansión del evangelio del reino al mundo exterior. El trabajo de Jesús ya no se limitaría a Palestina.