
Esta semana de descanso permitió a Jesús visitar a muchas familias y grupos junto al mar. También fue a pescar con David Zebedeo en varias ocasiones, y aunque permaneció a solas buena parte del tiempo, dos o tres de los más fieles mensajeros de David Zebedeo le vigilaron constantemente, velando por la seguridad de Jesús de acuerdo con las órdenes precisas de su jefe. No hubo enseñanza pública de ningún tipo durante esta semana de descanso.
Fue ésta la semana en la que Natanael y Santiago Zebedeo sufrieron una enfermedad bastante grave. Durante tres días y tres noches estuvieron agudamente afligidos por un doloroso disturbio digestivo. Durante la tercera noche, Jesús envió a Salomé, la madre de Santiago, a que descansara, mientras él ministraba a sus apóstoles dolientes. Por supuesto, Jesús podría haber curado instantáneamente a estos dos hombres, pero no era éste el método de elección del Hijo ni del Padre para tratar estas dificultades y aflicciones comunes de los hijos del hombre en los mundos evolucionarios del tiempo y del espacio. Jesús no recurrió ni siquiera una vez, a lo largo de su pletórica vida en la carne, a ministraciones sobrenaturales para con los miembros de su familia terrestre o para beneficio de uno de sus seguidores inmediatos.
Es necesario enfrentar las dificultades del universo y aprender a salvar los obstáculos planetarios como parte del entrenamiento por medio de la experiencia, provista para el crecimiento y desarrollo, el perfeccionamiento progresivo, del alma evolutiva de las criaturas mortales. La espiritualización del alma humana requiere una experiencia íntima del proceso educacional que significa resolver una amplia gama de problemas universales reales. La naturaleza animal y las formas más bajas de las criaturas volitivas no progresan favorablemente en un ambiente fácil. Las situaciones problemáticas, combinadas con los estímulos del esfuerzo, conspiran para producir esas actividades de la mente, el alma y el espíritu que contribuyen poderosamente al logro de objetivos valiosos de progresión mortal y al alcance de niveles más altos de destino espiritual.