Prólogo de la niñez posterior de jesús.
AUNQUE Jesus hubiera tenido en Alejandría mejores oportunidades educacionales que en Galilea, no se hubiera encontrado en un medio ambiente tan espléndido para hacer frente a sus problemas de la vida, con el mínimo de guía didáctica, disfrutando al mismo tiempo de la gran ventaja de una relación constante con tan gran cantidad de hombres y mujeres de todo tipo que provenían de todas las regiones del mundo civilizado. Si hubiera permanecido en Alejandría su educación habría sido dirigida por los judíos según principios exclusivamente judíos. En Nazaret recibió una educación y una capacitación que lo prepararon mucho mejor para comprender a los gentiles y le proporcionaron una idea mejor y más equilibrada de los relativos méritos de los puntos de vista oriental o babilónico, y occidental o helénico de la teología hebrea.
Aunque no se pueda decir que Jesús hubiera estado jamás gravemente enfermo, sufrió algunas de las enfermedades menores de la infancia durante este año, juntamente con sus hermanos y su hermanita.
En la escuela, seguía siendo un estudiante favorecido, con una semana libre por mes; también seguía dividiendo su tiempo en partes más o menos iguales entre viajes a las ciudades vecinas con su padre, estadías en la granja de su tío al sur de Nazaret y excursiones de pesca desde Magdala.
La dificultad más grave que ocurriera hasta el momento en la escuela se produjo a fines del invierno cuando Jesús se atrevió a discutir la enseñanza del chazán, de que todas las imágenes, pinturas y dibujos eran de naturaleza idólatra. A Jesús le gustaba dibujar paisajes y modelar en arcilla una gran variedad de objetos. Todo eso estaba estrictamente prohibido por la ley judía, pero hasta ese momento había podido controlar las objeciones de sus padres para que le permitieran continuar con estas actividades.
Pero hubo problemas en la escuela cuando uno de los estudiantes menos brillantes descubrió a Jesús haciendo un retrato al carbón del maestro sobre el piso del aula. Ahí estaba el retrato, tan claro como la luz del día, y muchos de los ancianos lo vieron antes de reunirse en consejo y apersonarse ante José para exigirle que algo tenía que hacer para reprimir la desobediencia de su hijo mayor. Aunque no era la primera vez que José y María recibían quejas sobre las reacciones de su versátil y enérgico niño, se trataba de la acusación más seria hasta el momento. Por un rato Jesús escuchó las acusaciones relativas a sus esfuerzos artísticos, sentado en una gran piedra junto a la puerta trasera. Le molestó que culparan a su padre por sus así llamados pecados; entonces entró a la casa, enfrentándose sin temor a sus acusadores. Los ancianos quedaron desconcertados. Algunos tendían a ver el
aspecto humorístico de este episodio, mientras que uno o dos parecían pensar que el niño era sacrílego, o por lo menos blasfemo. José estaba perplejo, María estaba indignada, pero Jesús insistió en que se le escuchara. Lo dejaron hablar, y defendió valientemente su punto de vista, concluyendo con gran dominio de sí mismo que acataría la decisión de su padre tanto en este asunto como en toda otra divergencia. Y el consejo de ancianos partió en silencio.
María intentó convencer a José de que le permitiera a Jesús modelar la arcilla en la casa, siempre y cuando prometiese no llevar este tipo de actividad dudosa a la escuela, pero José se vio obligado a decidir que la interpretación rabínica del segundo mandamiento debía prevalecer. Y desde ese día, mientras Jesús vivió en la casa de su padre, no volvió a dibujar ni modelar objetos. Pero no estaba convencido de que lo que había hecho fuera un mal, y abandonar una actividad para él tan placentera fue una de las cosas más difíciles de su niñez.
En la segunda parte de junio, Jesús, en compañía de su padre, trepó por primera vez a la cumbre del Monte Tabor. Era un día claro y el panorama, espléndido. A este niño de nueve años le pareció que, a excepción de la India, África y Roma, veía el mundo entero.
La segunda hermana de Jesús, Marta, nació durante la noche del jueves 13 de septiembre. Tres semanas después de la llegada de Marta, José, que a la sazón se encontraba en casa, empezó a construir un agregado a la casa, un cuarto que sería combinación de taller y dormitorio. También se construyó un pequeño banco de trabajo para Jesús, que por primera vez en su vida poseía herramientas propias. Durante muchos años y en distintos momentos trabajó en su banco y aprendió a hacer yugos con gran pericia.
Ese invierno y el siguiente fueron los más fríos en Nazaret de muchas décadas. Jesús había visto nieve en las montañas, y varias veces había nevado en Nazaret, aunque allí se derretía casi en seguida; pero hasta ese invierno no había visto hielo. El hecho de que el agua pudiera ser sólida, líquida y gaseosa —hacía mucho tiempo que observaba el vapor que escapaba del agua hirviente— dio al joven mucho que pensar sobre el mundo físico y su constitución. A pesar de que la personalidad encarnada en este niño en desarrollo había creado y organizado todas estas cosas a lo largo y a lo ancho del vasto universo.
El clima de Nazaret no era severo. Enero era el mes más frío con una temperatura media de alrededor de 10 °C. Durante julio y agosto, los meses más calurosos, la temperatura variaba entre 23 ° y 32 °C. Desde las montañas hasta el Jordán y el valle del Mar Muerto, el clima de Palestina pasaba de frígido a tórrido. Así los judíos estaban preparados para vivir prácticamente en cualquier clima variable del mundo.
Aun durante los meses más calurosos del verano generalmente soplaba una brisa fresca del mar desde el oeste a partir de las 10 de la mañana y hasta las 10 de la noche. Pero de vez en cuando, vientos muy cálidos provenientes del desierto oriental soplaban sobre toda Palestina. Estos vientos cálidos generalmente aparecían en febrero y marzo, hacia fines de la temporada de las lluvias. Por aquel entonces la lluvia caía en chaparrones refrescantes de noviembre hasta abril, pero no llovía en forma constante. Tan sólo había dos estaciones en Palestina: el verano y el invierno; la temporada seca y la temporada de las lluvias. En enero empezaban a abrirse las flores, y hacia fines de abril la tierra entera parecía un vergel florido.
En mayo de ese año, en la granja de su tío, Jesús ayudó por primera vez a cosechar trigo. Antes de cumplir los trece años ya había averiguado algo de prácticamente todo trabajo que desempeñaban los hombres y mujeres en Naza
ret, excepto el trabajo en metal; cuando fue mayor, después de la muerte de su padre, pasó varios meses en el taller de un herrero.
Cuando había poco trabajo y disminuían las caravanas, hacía viajes de placer o de negocios con su padre a las ciudades cercanas de Caná, Endor y Naín. Incluso desde joven visitaba con frecuencia Séforis, a aproximadamente cinco kilómetros al noroeste de Nazaret, ciudad que era la capital de Galilea desde el año 4 a. de J.C. hasta alrededor del año 25 d. de J.C., y una de las residencias de Herodes Antipas.
Jesús seguía creciendo física, intelectual, social y espiritualmente. Los viajes afuera del hogar le proporcionaron una comprensión mejor y más generosa de su propia familia; a esta altura, sus padres aprendían de él tanto como seguían enseñándole. Jesús era un pensador original y un maestro experto aun en su juventud. Se encontraba en conflicto constante con la así llamada «ley oral», pero siempre intentaba adaptarse a las prácticas de su familia. Se llevaba muy bien con los niños de su edad, pero a menudo se desalentaba porque la mente de estos niños era de reacción lenta. Antes de los diez años ya era el líder de un grupo de siete muchachos que formaron una sociedad para promover la conquista de la vida adulta, tanto física como intelectual y religiosa. Con estos muchachos Jesús con éxito introdujo muchos juegos nuevos y varias formas mejoradas de recreación física.