«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

sábado, 7 de enero de 2012

El año veintidós (año 16 d. de J.C.)

 Éste fue uno de los años durante el cual los hermanos y hermanas de Jesús se enfrentaron a las pruebas y tribulaciones propias de los problemas y reajustes de la adolescencia. Jesús tenía ahora hermanos y hermanas entre los siete y los dieciocho años de edad, y se mantuvo ocupado ayudándolos en su adaptación al nuevo despertar de su vida intelectual y emocional. Así pues tuvo que luchar con los problemas de la adolescencia a medida que se iban manifestando en la vida de sus hermanos y hermanas menores.
      
Este año Simón terminó la escuela y comenzó a trabajar con el viejo amigo de infancia de Jesús, su siempre listo defensor, Jacob el albañil. Después de varios consejos familiares se decidió que no era prudente que todos los muchachos se dedicaran a la carpintería. La idea era que, si diversificaban sus oficios, estarían preparados para tomar contratos de construcción de edificios enteros. Además desde que eran tres, los que estaban tiempo completo en el taller de carpintería, no habían tenido tanto trabajo como para mantenerlos ocupados a todos.
      
Jesús siguió trabajando este año en marquetería y ebanistería, pero dedicó la mayor parte de su tiempo al taller de reparaciones para las caravanas. Santiago estaba comenzando a trabajar también en el taller de reparaciones, alternándose con Jesús para atenderlo. La última parte de este año, como el trabajo de carpintería en Nazaret escaseaba, Jesús dejó a Santiago a cargo del taller de reparaciones y a José en el banco de carpintero de la casa, yéndose a Séforis para trabajar con un herrero. Estuvo trabajando el metal durante seis meses y adquirió considerable experiencia en el yunque.
     
Antes de comenzar su nuevo trabajo en Séforis, Jesús celebró uno de sus periódicos consejos de familia, en el curso del cual nombró solemnemente a Santiago, que acababa de cumplir dieciocho años, como jefe interino de la familia. Le prometió a su hermano su sincero apoyo y su plena cooperación e hizo que cada uno de los miembros de la familia prometiera formalmente obediencia a Santiago. A partir de ese día Santiago asumió el control pleno de las finanzas de la familia, entregándole Jesús a su hermano su pago semanal. Nunca más Jesús le quitó a Santiago las riendas del hogar. Mientras trabajaba en Séforis, podía haber regresado caminando a su casa todas las noches si era necesario, pero con toda intención permaneció ausente, culpando de esto al mal tiempo u otras cosas. Su verdadero motivo sin embargo era entrenar a Santiago y a José a hacerse cargo de las responsabilidades familiares. Había él comenzado el proceso de separarse lentamente de su familia. Jesús volvía a Nazaret todos los sábados, y a veces durante la semana cuando lo exigía la ocasión, para ver cómo andaban las cosas, o para aconsejar o hacer sugerencias útiles.
      
Al vivir gran parte del tiempo en Séforis, seis meses, Jesús tuvo la oportunidad de conocer mejor al punto de vista de los gentiles sobre la vida. Trabajaba con gentiles, vivía con gentiles, y se dedicó a estudiar de cerca y con sumo cuidado los hábitos de vida y la mentalidad de los gentiles.
      
Las normas morales de ésta, la ciudad hogareña de Herodes Antipas, eran tan laxas que estaban aun más bajos que las de Nazaret, la ciudad de las caravanas. Por eso Jesús, después de una estadía de seis meses en Séforis, no vaciló en encontrar una excusa para regresar a Nazaret. El grupo para el cual trabajaba estaba a punto de ser contratado en la construcción de ciertas obras públicas tanto en Séforis como en la nueva ciudad de Tiberias, y Jesús estaba renuente a cualquier tipo de tarea que estuviese bajo la supervisión de Herodes Antipas. También había otras razones, que indicaban que sería prudente, en la opinión de Jesús, regresar a Nazaret. Volvió al taller de reparaciones, pero no volvió a asumir la dirección personal de los asuntos familiares. Trabajaba en la tienda en asociación con Santiago y le permitía a éste, hasta donde fuera posible, seguir supervisando los asuntos del hogar. La administración de los gastos de la familia y del presupuesto doméstico, que estaba en manos de Santiago, no sufrió ningún cambio.
     
Así preparaba Jesús el camino, mediante esta planificación tan sabia e inteligente, para su futura separación de la participación activa en los asuntos de la familia. Cuando Santiago tuviera dos años de experiencia como jefe de familia —y dos años antes de que él (Santiago) se casase— a José se le encargó los fondos de la familia y se le confió su administración general.