Pedro y los evangelistas permanecieron en Corazín durante dos semanas, predicando el evangelio del reino a un grupo pequeño, pero sincero, de creyentes. Pero no pudieron ganar muchos conversos nuevos. Ninguna ciudad de Galilea entregó al reino tan pocas almas como Corazín. De acuerdo con las instrucciones de Pedro, los doce evangelistas poco dijeron sobre curaciones —las cosas físicas— mientras predicaban y enseñaban con vigor aumentado, las verdades espirituales del reino celestial. Estas dos semanas en Corazín constituyeron un verdadero bautismo de adversidades para los doce evangelistas porque fue el período más difícil y menos productivo de su carrera hasta ese momento. Sintiéndose así privados de la satisfacción de ganar almas para el reino, cada uno de ellos evaluó más honesta y sinceramente su propia alma y su progreso en los caminos espirituales de la nueva vida.
Cuando fue aparente que no había más gente
que deseara entrar al reino, el martes 7 de junio, Pedro reunió a sus
asociados y partió para Cesarea de Filipo para reunirse con Jesús y los
apóstoles. Llegaron alrededor del mediodía del miércoles y pasaron la
entera tarde comentando sus experiencias que tuvieron con los no
creyentes de Corazín. Durante las discusiones de esta tarde, Jesús hizo
otra referencia a la parábola del sembrador y les enseñó mucho sobre el significado del aparente fracaso de las empresas de la vida.