El lunes 23 de mayo por la mañana Jesús
ordenó a Pedro que fuera a Corazín con los doce evangelistas, mientras
él, con los once, partía hacia Cesarea de Filipo por la vía del Jordán
hasta la carretera de Damasco—Capernaum, de allí al noreste hasta la
unión con la carretera a la ciudad de Cesarea de Filipo, en donde
permanecieron y enseñaron por dos semanas. Llegaron por la tarde del
martes 24 de mayo.
Pedro y los evangelistas permanecieron en
Corazín durante dos semanas, predicando el evangelio del reino a un
grupo pequeño, pero sincero, de creyentes. Pero no pudieron ganar muchos
conversos nuevos. Ninguna ciudad de Galilea entregó al reino tan pocas
almas como Corazín. De acuerdo con las instrucciones de Pedro, los doce
evangelistas poco dijeron sobre curaciones —las cosas físicas— mientras
predicaban y enseñaban con vigor aumentado, las verdades espirituales
del reino celestial. Estas dos semanas en Corazín constituyeron un
verdadero bautismo de adversidades para los doce evangelistas porque fue
el período más difícil y menos productivo de su carrera hasta ese
momento. Sintiéndose así privados de la satisfacción de ganar almas para
el reino, cada uno de ellos evaluó más honesta y sinceramente su propia
alma y su progreso en los caminos espirituales de la nueva vida.
Cuando fue aparente que no había más gente
que deseara entrar al reino, el martes 7 de junio, Pedro reunió a sus
asociados y partió para Cesarea de Filipo para reunirse con Jesús y los
apóstoles. Llegaron alrededor del mediodía del miércoles y pasaron la
entera tarde comentando sus experiencias que tuvieron con los no
creyentes de Corazín. Durante las discusiones de esta tarde, Jesús hizo
otra referencia a la parábola del sembrador y les enseñó mucho sobre el significado del aparente fracaso de las empresas de la vida.