A las dos cuarenta y cinco del domingo por la madrugada, la comisión
de encarnación del Paraíso, formada de siete personalidades del Paraíso
no identificadas, llegó al sitio, desplegándose
inmediatamente alrededor del sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron
a emanar del nuevo sepulcro de José intensas vibraciones de actividades
materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres
este domingo por la mañana, 9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma
y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del
sepulcro.
Cuando Jesús resucitado emergió de su
tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la
tierra por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del
sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como lo
dispusieran para su reposo José y sus asociados el viernes por la tarde.
La piedra de la entrada del sepulcro tampoco fue movida para nada; el
sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de
centinela. Los guardianes del templo habían permanecido continuamente de
guardia; la guardia romana fue reemplazada a la medianoche. Ninguno de
estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigila se había
levantado, en una nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo
que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento exterior
desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial
entregada y resucitada de Jesús.
La humanidad es lenta en percibir que, en
todo lo personal, la materia es el esqueleto de morontia, y que ambos
constituyen la sombra reflejada de la realidad espiritual duradera.
¿Cuánto tiempo pasará hasta que lleguéis a considerar que el tiempo es
la imagen móvil de la eternidad y el espacio la sombra huidiza de las
realidades del Paraíso?
Por lo que podemos juzgar, ninguna criatura
de este universo ni personalidad de otros universos tuvo nada que ver
con esta resurrección morontial de Jesús de Nazaret. El viernes, él dio
su vida como un mortal del reino; el domingo por la mañana, la volvió a
poseer como un ser morontial del sistema de Satania en Norlatiadek.
Mucho hay sobre la resurrección de Jesús que nosotros no comprendemos.
Pero sí sabemos que ocurrió tal como lo hemos declarado y
aproximadamente a la hora indicada. También podemos registrar que todos
los fenómenos conocidos asociados con este tránsito mortal, o
resurrección morontial, ocurrieron allí mismo, en el nuevo sepulcro de
José, donde yacían los restos mortales de Jesús envueltos en las vendas
fúnebres.
Sabemos que ninguna criatura del universo
local participó en este despertar morontial. Percibimos las siete
personalidades del Paraíso que rodean la tumba, pero no los vimos hacer
nada en relación con el despertar del Maestro. En el momento en que
Jesús apareció junto a Gabriel, encima del sepulcro, las siete
personalidades del Paraíso indicaron su intención de partir
inmediatamente para Uversa.
Aclaremos para siempre el concepto de la resurrección de Jesús con las siguientes declaraciones:
1.
Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida.
Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin
cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las
piedras que cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.
2.
No salió de la tumba como espíritu ni como Micael de Nebadon; no
apareció en forma de Soberano Creador, como había sido antes de su
encarnación en la semejanza de carne mortal en Urantia.
3.
Salió de esta tumba de José en la misma semejanza de las personalidades
morontiales de los que, como seres ascendentes morontiales resucitados,
emergen de las salas de resurrección del primer mundo de estancia de
este sistema local de Satania. Y la presencia del monumento a Micael
en el centro del vasto patio de las salas de resurrección en el primer
mundo de estancia nos lleva a conjeturar que la resurrección del Maestro
en Urantia fue en cierto modo fomentada en éste, el primero de los
mundos de estancia del sistema.
El primer acto de Jesús al levantarse de la
tumba fue saludar a Gabriel e instruirlo que continuara con el cargo
ejecutivo de los asuntos del universo bajo Emanuel; solicitó luego al
jefe de los Melquisedek que transmitiera a Emanuel sus saludos
fraternales. Entonces pidió él al Altísimo de Edentia la certificación
de los Ancianos de los Días en cuanto a su tránsito mortal; y
volviéndose hacia los grupos morontiales de los siete mundos de
estancia, allí reunidos para saludar y dar la bienvenida a su Creador en
semejanza de criatura de su orden, Jesús dijo las primeras palabras de
su carrera postmortal. Dijo el Jesús morontial: «Habiendo completado mi
vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto período de
transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas
ascendentes y revelar ulteriormente la voluntad de mi Padre en el
Paraíso».
Después que hubo hablado Jesús, hizo un
gesto al Ajustador Personalizado, y todas las inteligencias de este
universo que se habían reunido en Urantia para presenciar la
resurrección fueron inmediatamente despachadas a sus respectivas
asignaciones en el universo.
A continuación inició Jesús los contactos
con el nivel morontial, siendo presentado, como criatura, a los
requisitos de la vida que había elegido vivir, por un corto período, en
Urantia. Esta iniciación en el mundo morontial requirió más de una hora
de tiempo terrestre y fue interrumpida dos veces por su deseo de
comunicarse con sus previas asociadas en la carne cuando éstas salieron
de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravilladas lo que
ellas consideraban prueba de su resurrección.
Ya se ha completado el tránsito mortal de
Jesús: la resurrección morontial del Hijo del Hombre. La experiencia
transitoria del Maestro como personalidad intermedia entre lo material y
lo espiritual, ha comenzado. Él lo ha hecho todo mediante su poder
inherente; ninguna personalidad le ha dado ayuda alguna. Ahora vive como
Jesús de morontia, y al comenzar su vida morontial, su cuerpo material
carnal yace tal cual en la tumba. Lo soldados siguen vigilando, y las
piedras de la entrada permanecen selladas por el sello del gobernador.