A pesar de que la gente común recibía favorablemente las enseñanzas
de Jesús, los líderes religiosos en Jerusalén se iban alarmando y
tornando antagonistas cada vez más. Los fariseos habían formulado una
teología sistemática y dogmática. Jesús no enseñaba en forma
sistemática, lo hacía según se presentara la ocasión. Jesús enseñaba
basándose no tanto en la ley, sino en la vida misma, mediante parábolas.
(Y cuando empleaba una parábola para ilustrar su mensaje, su intención
era utilizar sólo una característica de la historia para ese
propósito. Es posible llegar a muchas conclusiones erróneas sobre las
enseñanzas de Jesús si se quieren transformar sus parábolas en
alegorías.)
Los líderes religiosos en Jerusalén se
estaban poniendo frenéticos por la reciente conversión del joven Abraham
y la deserción de tres de los espías, que habían sido bautizados por
Pedro, y se habían unido a los evangelistas en esta segunda gira de
predicación en Galilea. El temor y el prejuicio enceguecían cada vez más
a los líderes judíos, cuyo corazón estaba endurecido por el continuado
rechazo de las cautivantes verdades del evangelio del reino. Cuando los
hombres se cierran a la llamada del espíritu que reside en ellos, poco
puede hacerse para modificar su actitud.
La primera vez que Jesús se reunió con los
evangelistas en el campamento de Betsaida, al concluir su discurso,
dijo: «Debéis recordar que en cuerpo y mente — emocionalmente— los
hombres reaccionan como individuos. Lo único uniforme que tienen
los hombres es el espíritu residente. Aunque los espíritus divinos
puedan variar un tanto en su naturaleza y grado de experiencia, ellos
reaccionan en forma uniforme a todos los llamados espirituales. Sólo a
través de este espíritu, y por la llamada a él, puede la humanidad
alcanzar algún día la unidad y la fraternidad».
Pero muchos de los líderes de los judíos habían
cerrado las puertas de su corazón a la llamada espiritual del evangelio.
Desde este día en adelante no cesaron de conspirar y urdir la
destrucción del Maestro. Estaban convencidos de que Jesús debía ser
detenido, condenado y ajusticiado como ofensor de la religión por haber
violado las enseñanzas cardinales de la sagrada ley judía.