POR la tarde del sábado 11 de marzo, Jesús predicó su último sermón
en Pella. Éste se contó entre los discursos más notables de su
ministerio público, pues comprendía un discurso pleno y completo del
reino del cielo. Se daba cuenta de la confusión que existía en la mente
de sus apóstoles y discípulos sobre el sentido y el significado de los
términos «reino del cielo» y «reino de Dios», que usaba indistintamente
en su misión en la carne. Aunque este término mismo de reino del cielo debería haber sido suficiente para separar su significado de toda conexión con los reinos terrenales
y los gobiernos temporales, no lo era. La idea de un rey temporal
estaba demasiado profundamente arraigada en la mente judía para que se
la pudiera desalojar en una sola generación. Por consiguiente, Jesús al
principio no se opuso abiertamente a este concepto largamente acariciado
del reino.
Este sábado por la tarde el Maestro intentó
aclarar la enseñanza sobre el reino del cielo; trató del tema desde
todo punto de vista, intentando aclarar los muchos y diferentes sentidos
en los que se había usado el término. En esta narrativa vamos a ampliar
el discurso, agregando numerosas declaraciones hechas por Jesús en
ocasiones previas e incluyendo algunas observaciones hechas solamente a
los apóstoles durante las discusiones vespertinas de este mismo día.
También vamos a hacer ciertos comentarios relativos a la evolución
subsiguiente de la idea de reino en lo que se relaciona con la
subsiguiente iglesia cristiana.