Jesús habló a unos cincuenta de sus seguidores
de confianza por casi dos horas y respondió a una veintena de preguntas
sobre la relación del reino del cielo con los reinos de este mundo,
sobre la relación de la filiación con Dios en cuanto a la ciudadanía en
los gobiernos terrenales. Esta disertación, juntamente con sus
respuestas a las preguntas, puede ser resumida y expresada en lenguaje
moderno como sigue:
Los reinos de este mundo, siendo
materiales, pueden enfrentarse con frecuencia con la necesidad de
emplear la fuerza física en la ejecución de sus leyes y para mantener el
orden. En el reino del cielo, los verdaderos creyentes no recurrirán al
empleo de la fuerza física. El reino del cielo, siendo la hermandad
espiritual de los hijos de Dios nacidos del espíritu, puede ser
promulgado tan sólo por el poder del espíritu. Esta distinción de
procedimientos se refiere a las relaciones del reino de los creyentes
con los reinos de gobierno secular y no nulifica el derecho que tienen
los grupos sociales de creyentes de mantener el orden en sus filas y
administrar disciplina a sus miembros díscolos e indeseables.
No hay nada incompatible entre la filiación
en el reino espiritual y la ciudadanía del gobierno civil o secular. Es
deber del creyente dar al César las cosas que son del César y a Dios,
las cosas que son de Dios. No puede haber desavenencia alguna entre esos
dos requisitos, siendo uno material y otro espiritual, a menos que
sucediera que un César presumiese usurpar las prerrogativas de Dios y
demandar que se le rindiese homenaje espiritual y adoración suprema. En
tal caso, adoraréis sólo a Dios tratando al mismo tiempo de esclarecer
esos líderes terrenales descarriados conduciéndolos de esta manera a
ellos también al reconocimiento del Padre en el cielo. No prestaréis
adoración espiritual a los gobernantes terrenales; tampoco debéis
emplear la fuerza física de gobiernos terrestres, cuyos líderes a la
sazón se hayan hecho creyentes para avanzar la misión del reino
espiritual.
La filiación en el reino, desde el punto de
vista de la civilización en avance, debería ayudaros a volveros
ciudadanos ideales de los reinos de este mundo, puesto que la hermandad y
el servicio son el pilar del evangelio del reino. El llamado al amor
del reino espiritual debería actuar como destructor eficaz del impulso
al odio de los ciudadanos descreídos y propensos a las guerras de los
reinos terrestres. Pero estos hijos que se preocupan de los bienes
materiales y que se hallan en las tinieblas nunca van a saber nada de
vuestra luz espiritual de la verdad, a menos que os acerquéis a ellos
con ese servicio social altruista que es la consecuencia natural de
rendir los frutos del espíritu en la experiencia de vida de cada
creyente.
Como hombres mortales y materiales,
vosotros sois efectivamente ciudadanos de los reinos terrestres, y
deberíais ser buenos ciudadanos, mejores aun por haber renacido como
hijos espirituales del reino celestial. Como hijos esclarecidos por la
fe y liberados por el espíritu del reino del cielo, os enfrentáis con
una doble responsabilidad de deber hacia el hombre y deber hacia Dios,
mientras que voluntariamente asumís una tercera y sagrada obligación: el
servicio a la hermandad de los creyentes conocedores de Dios.
No debéis adorar a vuestros gobernantes
temporales, y no debéis emplear el poder temporal para el adelanto del
reino espiritual; pero debéis manifestar a creyentes y no creyentes por
igual el ministerio recto del servicio amante. En el evangelio del reino
reside el poderoso Espíritu de la Verdad, y dentro de poco yo derramaré
ese mismo espíritu sobre todos los seres humanos. Los frutos del
espíritu o sea vuestro servicio sincero y amante, son la poderosa
palanca social que eleva las razas de las tinieblas, y este Espíritu de
la Verdad será vuestro fulcro multiplicador de poder.
Manifestad sabiduría y exhibid sagacidad en
vuestro trato con los gobernantes civiles incrédulos. Por discreción,
mostraos expertos en solucionar desacuerdos menores y en ajustar
interpretaciones erróneas de poca importancia. De toda manera posible
—en todo lo que no atañe a vuestra lealtad espiritual a los gobernantes
del universo— tratad de vivir en paz con todos los hombres. Sed siempre
sabios como serpientes pero inocuos como palomas.
Deberíais volveros ciudadanos mucho mejores
del estado secular como resultado de volveros hijos esclarecidos del
reino; del mismo modo los gobernantes de los estados terrestres deberían
tornarse mejores gobernantes en los asuntos civiles como resultado de
la fe en este evangelio del reino celestial. La actitud del servicio
altruista a los hombres y la adoración inteligente de Dios hará que
todos los creyentes del reino se vuelvan mejores ciudadanos del mundo;
al mismo tiempo, la disposición de quedar un ciudadano honesto y la de
la devoción sincera a los deberes temporales hará que ese ciudadano sea
más receptivo al llamado espiritual de la filiación en el reino
celestial.
Hasta tanto traten los gobernantes de los
estados terrestres de ejercer la autoridad de dictadores religiosos, los
que crean en este evangelio tan sólo podrán esperar dificultades,
persecución y aun la muerte. Pero la luz misma que vosotros traéis al
mundo, y aun la manera misma en la cual sufriréis y moriréis por este
evangelio del reino, esclarecerán finalmente al mundo entero y llevarán
gradualmente al divorcio de la política y la religión. La predicación
persistente de este evangelio del reino traerá algún día una nueva e
increíble liberación, libertad intelectual y libertad religiosa a todas
las naciones.
Durante las inminentes persecuciones que
sufriréis de parte de los que odian este evangelio de felicidad y
libertad, vosotros floreceréis y el reino prosperará. Pero correréis
graves peligros en tiempos subsiguientes, cuando la mayoría de la gente
hablará bien de los creyentes del reino, y muchos en altas posiciones
aceptarán nominalmente el evangelio del reino celestial. Aprended a ser
fieles al reino, aun en tiempos de paz y prosperidad. No tentéis a los
ángeles que os supervisan a que os conduzcan por inquietantes caminos
como una disciplina amante diseñada para salvar vuestras almas que hayan
caído en el camino de la fácil comodidad.
Recordad que estáis comisionados para
predicar este evangelio del reino —el supremo deseo de hacer la voluntad
del Padre combinado con la suprema felicidad de la comprensión mediante
la fe de la filiación con Dios— y no debéis permitir que nada desvíe
vuestra devoción de este deber único. Que la humanidad toda se beneficie
en el desbordamiento de vuestro ministerio espiritual amante, vuestra
comunión intelectual esclareciente, vuestro servicio social edificante;
pero ninguna de estas labores humanitarias, ni todas éstas, deben tomar
el lugar de la proclamación del evangelio. Estas ministraciones
poderosas son los efectos sociales secundarios de las ministraciones aun
más poderosas y sublimes y transformaciones forjadas en el corazón del
creyente del reino por el Espíritu vivo de la Verdad y por la
comprensión personal del hecho de que la fe de un hombre nacido del
espíritu confiere la certeza de una hermandad viva con el Dios eterno.
No debéis tratar de promulgar la verdad ni
de establecer la rectitud por el poder de los gobiernos civiles ni por
la vigencia de las leyes seculares. Siempre podéis laborar para
persuadir la mente de los hombres, pero no debéis atreveros nunca a
forzarles. No debéis olvidar la gran ley de justicia humana que os he
enseñado en forma positiva: Cualquiera que sea lo que queréis que los
hombres hagan por vosotros, lo mismo haced por ellos.
Cuando un creyente del reino es llamado a
servir al gobierno civil, que rinda ese servicio como ciudadano temporal
de tal gobierno, en forma tal que ponga en evidencia la manera en que
el esclarecimiento espiritual de la asociación ennoblecedora de la mente
del hombre mortal con el espíritu residente del Dios eterno eleva los
rasgos comunes de la buena ciudadanía. Si resulta que un no creyente
puede calificar como un superior servidor civil habrá que investigar
seriamente si las raíces de la verdad en vuestro corazón no se han
secado por falta del agua viva de la comunión espiritual, combinada con
el servicio social. La conciencia de la filiación de Dios debe estimular
la entera vida de servicio de todo hombre, mujer y niño que posea tan
poderoso estímulo para todos los poderes inherentes de una personalidad
humana.
No debéis ser místicos pasivos ni ascetas
insulsos; no debéis llegar a ser soñadores ni vagabundos, que confían
supinamente en una Providencia ficticia para que provea aun sus
necesidades vitales. Debéis en verdad ser tiernos en vuestro trato con
los mortales que yerran, pacientes en vuestras relaciones con los
ignorantes, serenos cuando se os provoque; pero también debéis ser
valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de
la verdad y enérgicos en la predicación de este evangelio del reino, aun
hasta los fines de la tierra.
Este evangelio del reino es una verdad
viva. Yo os he dicho que es como levadura en la masa, como el grano de
la semilla de mostaza; ahora os declaro que es como la semilla del ser
vivo que, de generación en generación, aunque sigue siendo la misma
simiente viva, se desarrolla infaliblemente en nuevas manifestaciones y
crece aceptablemente en canales de nueva adaptación a las necesidades y
condiciones particulares de cada generación sucesiva. La revelación que
yo os he hecho es una revelación viva, y deseo que rinda los frutos apropiados en cada individuo y en cada generación de acuerdo con las leyes del crecimiento, el aumento y el desarrollo
adaptativo espirituales. De generación en generación este evangelio debe
mostrar una vitalidad en aumento y exhibir mayor profundidad de poder
espiritual. No debe permitirse que se vuelva meramente un recuerdo
sagrado, un mero relato tradicional sobre mí y los tiempos en los que
vivimos ahora.
Y no olvidéis: no hemos atacado en forma
directa ni las personas ni la autoridad de los que se sientan en el
trono de Moisés; tan sólo les ofrecimos la nueva luz, que ellos tan
vigorosamente rechazaron. Tan sólo los hemos asaltado con la denuncia de
su deslealtad espiritual a las mismas verdades que profesan enseñar y
salvaguardar. Tan sólo nos pusimos en conflicto con estos líderes
establecidos y potentados reconocidos, cuando se interpusieron
directamente en el camino de la predicación del evangelio del reino a
los hijos de los hombres. Aun ahora, nosotros no los atacamos, sino que
son ellos los que buscan nuestra destrucción. No os olvidéis que estáis
comisionados para salir a predicar sólo la buena nueva. No debéis atacar
las viejas costumbres; más bien habéis de mezclar hábilmente la
levadura de la nueva verdad en la masa de las antiguas creencias. Dejad
que el Espíritu de la Verdad realice su obra. Dejad que la controversia
se produzca sólo cuando los que desprecian la verdad os fuercen a ello.
Pero cuando os ataca el descreído obstinado, no titubeéis en defender
vigorosamente la verdad que os ha salvado y santificado.
A lo largo de las vicisitudes de la vida,
recordad siempre que debéis amaros unos a los otros. No luchéis con los
hombres, ni siquiera con los incrédulos. Manifestad misericordia aun a
los que con desprecio os insultan. Mostrad que sois ciudadanos leales,
artesanos nobles, vecinos dignos de encomio, parientes devotos, padres
comprensivos y creyentes sinceros en la hermandad del reino del Padre. Y
mi espíritu estará sobre vosotros, ahora y aun hasta el fin del mundo.
Cuando Jesús hubo concluido sus enseñanzas,
era casi la una, y volvieron inmediatamente al campamento, donde David y
sus asociados tenían el almuerzo listo para ellos.