Una vez que Pilato se hubo lavado las manos ante la multitud,
buscando así escapar a la culpa de entregar un hombre inocente a que
fuera crucificado, sólo porque temía resistirse a los reclamos de los
dirigentes de los judíos, ordenó que el Maestro fuera entregado a los
soldados romanos e instruyó al capitán que se lo crucificara
inmediatamente. Al hacerse cargo de Jesús, los soldados lo condujeron de
vuelta al patio del pretorio, y después de quitarle el manto que le
había puesto Herodes, lo vistieron con sus propios indumentos. Estos
soldados se burlaron y se mofaron de él, pero no le infligieron castigo
físico. Jesús estaba ahora a solas con estos soldados romanos. Sus
amigos estaban escondidos; sus enemigos se habían ido por su camino; aun
Juan Zebedeo ya no estaba a su lado.
Fue poco después de las ocho que Pilato entregó a Jesús a los soldados,
y poco después de las nueve partieron ellos para el lugar de la
crucifixión. Durante este período de más de media hora Jesús no habló
una sola palabra. El departamento ejecutivo de un gran universo se
encontraba prácticamente parado. Gabriel y los altos gobernantes de
Nebadon se hallaban reunidos aquí en Urantia, o siguiendo de cerca los
informes espaciales de los arcángeles para mantenerse al tanto de lo que
le estaba ocurriendo al Hijo del Hombre en Urantia.
Al aprontarse los soldados para llevar a Jesús al Gólgota, ya se
encontraban ellos bajo la influencia de su insólita serenidad y dignidad
extraordinaria, de su silencio sin quejas.
Buena parte de la demora en salir con Jesús para el lugar de la
crucifixión se debió a que el capitán decidió a último minuto llevarse a
dos criminales que habían sido condenados a muerte; puesto que Jesús
sería crucificado esa mañana, el capitán romano pensó que estos dos
podían también morir con él en vez de esperar hasta el fin de las
festividades de la Pascua.
En cuanto prepararon a estos ladrones, se los condujo al patio, donde
contemplaron a Jesús, uno de ellos por primera vez, pero el otro le
había oído hablar muchas veces, tanto en el templo como, muchos meses
antes, en el campamento de Pella.