Mientras viajaban por las colinas de Jericó en dirección a Betania,
Natanael anduvo casi todo el camino al lado de Jesús, y su conversación
sobre los niños relacionada con el reino de los cielos, llevó
indirectamente a la consideración del ministerio de los ángeles.
Natanael finalmente le hizo al Maestro esta pregunta: «Puesto que el
sumo sacerdote es un saduceo, y puesto que los saduceos no creen en los
ángeles, ¿qué debemos enseñar al pueblo sobre los ministros
celestiales?» Entonces, entre otras cosas, Jesús dijo:
«Las huestes angélicas son una orden
separada de seres creados; son enteramente diferentes de la orden
material de las criaturas mortales, y funcionan como un grupo destacado
de inteligencias universales. Los ángeles no pertenecen a ese grupo de
criaturas llamados en las Escrituras «Hijos de Dios»; tampoco son ellos
los espíritus glorificados de hombres mortales que han seguido en su
progresión por las mansiones en lo alto. Los ángeles son una creación
directa, y no se reproducen. Las huestes angélicas tienen tan sólo un
parentesco espiritual con la raza humana. A medida que el hombre
progresa en el viaje hacia el Padre del Paraíso, atraviesa un estado de
ser, por cierto tiempo análogo al estado de los ángeles, pero el hombre
mortal no se vuelve nunca un ángel.
«Los ángeles no mueren nunca como muere el
hombre. Los ángeles son inmortales a menos que, al azar, se envuelvan en
el pecado, así como lo hicieron algunos de ellos con el engaño de
Lucifer. Los ángeles son los siervos espirituales en el cielo, y no lo
saben todo ni son todopoderosos. Pero todos los ángeles leales son
verdaderamente puros y santos.
«¿Acaso no recordas que yo os he dicho ya
una vez que si vuestros ojos espirituales estuvieran ungidos, podríais
ver los cielos que se abren y contemplar los ángeles de Dios que
ascienden y descienden? Es mediante el ministerio de los ángeles
mediante el que un mundo puede estar en contacto con otros mundos,
porque ¿acaso no os he dicho repetidamente que tengo otras ovejas que no
son de este redil? Estos ángeles no son los espías del mundo espiritual
que os vigilan y luego van al Padre y le dicen los pensamientos de
vuestro corazón y cuentan sobre las acciones de la carne. El Padre no
necesita tal servicio porque su propio espíritu habita en vosotros. Pero
estos espíritus angélicos funcionan para mantener informada una parte
de la creación celestial sobre los acontecimientos de otras partes
remotas del universo. Y muchos de los ángeles, mientras funcionan en el
gobierno del Padre y los universos de los Hijos, son asignados al
servicio de las razas humanas. Cuando os enseñé que muchos de estos
serafines son espíritus ministrantes, no os hablé en lenguaje figurativo
ni en términos poéticos. Y todo esto es verdad, sea cual fuera tu
dificultad en comprender estos asuntos.
«Muchos de estos ángeles se ocupan de la
obra de salvar a los hombres, porque, ¿acaso no os he dicho de la
felicidad seráfica cuando un alma elige abandonar el pecado y comienza a
buscar a Dios? Aun os dije de la felicidad en la presencia de los ángeles
del cielo cuando un pecador se arrepiente, indicando así la existencia
de otras órdenes más elevadas de seres celestiales que del mismo modo se
ocupan del bienestar espiritual y del progreso divino del hombre
mortal.
«También estos ángeles se ocupan mucho de
la manera en que se libera el espíritu del hombre de los tabernáculos de
la carne y a su alma se le escolta a las mansiones, o bien, las
estadias del cielo. Los ángeles son los guías certeros y celestiales del
alma del hombre durante ese período desconocido y de tiempo indefinido
que ocurre entre la muerte de la carne y la nueva vida en las moradas
espirituales».
Habría hablado más con Natanael sobre el
ministerio de los ángeles pero fue interrumpido por la llegada de Marta,
quien había recibido información de que el Maestro se estaba acercando a
Betania; esta información provenía de amigos que le habían visto
ascender las colinas hacia el este. Por eso ella ahora se daba prisa
para recibirlo.