PASARON los meses de septiembre y octubre en retiro en un campamento
aislado sobre las laderas del Monte Gilboa. El mes de septiembre lo pasó
Jesús a solas con sus apóstoles, enseñando e instruyéndolos en las
verdades del reino.
Había varias razones por las cuales Jesús y
sus apóstoles se habían aislado en este período en la frontera de
Samaria y la Decápolis. Los líderes religiosos de Jerusalén eran muy
antagonistas; Herodes Antipas aún retenía a Juan en la cárcel, temeroso
tanto de ponerlo en libertad como de ajusticiarlo, y al mismo tiempo
sospechaba que había una relación entre Juan y Jesús. En estas
condiciones no era prudente planear una labor dinámica en Judea o en
Galilea. Había una tercera razón: la tensión lentamente en aumento entre
los líderes de los discípulos de Juan y los apóstoles de Jesús, que iba
empeorando a medida que crecía el número de creyentes.
Jesús sabía que el período de trabajo
preliminar de enseñanza y predicación ya estaba por terminar, que el
paso siguiente sería el comienzo del esfuerzo pleno y final de su vida
en la tierra, y no quería que el lanzamiento de esta empresa resultara
de alguna manera difícil o embarazosa para Juan el Bautista. Jesús por
consiguiente había decidido pasar cierto tiempo en aislamiento,
preparando a sus apóstoles y luego trabajando discretamente en las
ciudades de la Decápolis, hasta que Juan fuera ajusticiado o puesto en
libertad para unirse a ellos en un esfuerzo conjunto.