Los apóstoles, sin su Maestro —que los
había enviado de vuelta solos— subieron a la barca y en silencio
empezaron a remar hacia Betsaida, en la orilla occidental del lago.
Ninguno de los doce estaba más deprimido y anonadado que Simón Pedro.
Apenas si se habló una palabra; estaban todos pensando en el Maestro,
solo; en las colinas. ¿Acaso los había abandonado? Nunca antes los había
enviado a todos de vuelta, negándose a volverse con ellos. ¿Qué
significaba todo esto?
La oscuridad descendió sobre ellos, porque
soplaba un fuerte viento en contra que les impedía avanzar. A medida que
pasaban las horas de oscuridad y duro remar, Pedro, agotado, cayó en un
profundo sueño. Andrés y Santiago lo acarrearon al asiento acojinado en
la popa de la barca. Mientras los demás apóstoles luchaban contra el
viento y las olas, Pedro tuvo un sueño; vio una visión de Jesús que se
les acercaba caminando sobre el mar. Cuando ya parecía el Maestro
caminar pasando de largo junto a la barca, Pedro gritó: «Sálvanos,
Maestro, sálvanos». Los que estaban cerca de la popa de la barca le
oyeron decir algunas de estas palabras. Continuó esta aparición nocturna
en la mente de Pedro, y soñó que Jesús decía: «Estad de buen ánimo; sí,
soy yo; no temáis». Fue éste como el bálsamo de Gilead para el alma
atribulada de Pedro; serenó su espíritu preocupado, de modo que (en su
sueño) gritó al Maestro: «Señor, si eres realmente tú, convídame a que
camine contigo sobre las aguas». Y salió Pedro caminando sobre el agua, y
las olas embravecidas lo asustaron, y a punto de hundirse, gritó:
«Señor, ¡sálvame!» Muchos entre los doce oyeron su grito. Entonces Pedro
soñó que Jesús venía a rescatarlo y, dándole la mano, lo aferraba y lo
levantaba, diciendo: «Oh, tú con tan poca fe, ¿por qué dudaste?».
En relación con la última parte de su
sueño, Pedro en realidad se levantó del asiento sobre el que dormía y
salió de la barca al agua. Y despertó de su sueño cuando Andrés,
Santiago y Juan corrieron a sacarlo del mar.
Para Pedro, esta experiencia fue siempre
real. Creía sinceramente que Jesús había venido durante la noche.
Convenció sólo parcialmente a Juan Marcos, lo cual explica por qué
Marcos dejó de mencionar en su narrativa una porción de esta historia.
Lucas, el médico, quien investigó cuidadosamente estos asuntos, concluyó
que el episodio fue una visión de Pedro y por consiguiente se negó a
incluir este relato en la preparación de su narrativa.