«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

domingo, 5 de enero de 2014

El último discurso en el templo.


POCO después de las dos de la tarde de este martes, Jesús, acompañado por once apóstoles, José de Arimatea, los treinta griegos, y algunos discípulos específicos, llegó al templo y pronunció su último sermón en los patios del edificio sagrado. El propósito de este discurso era el dar su último llamado al pueblo judío y la acusación final contra los enemigos vehementes que buscaban su destrucción: los escribas, los fariseos, los saduceos y los líderes principales de Israel. A lo largo de la mañana, varios grupos habían tenido la oportunidad de hacer preguntas a Jesús; esta tarde, nadie le preguntó nada.

Cuando el Maestro comenzó a hablar, el patio del templo estaba silencioso y ordenado. Los cambistas de dinero y los mercaderes no se habían atrevido a volver a entrar al templo después de haber sido echados el día anterior por Jesús y una multitud tumultuosa. Antes de comenzar el discurso, Jesús miró tiernamente a este público que tan pronto escucharía su discurso de despedida, su mensaje de misericordia a la humanidad combinado con la última denuncia de los falsos maestros y los fanáticos líderes de los judíos.