«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

domingo, 24 de agosto de 2014

La aparición a los griegos.

Alrededor de las cuatro y media, en la casa de un tal Flavio, el Maestro hizo su sexta aparición morontial a unos cuarenta creyentes griegos allí reunidos. Mientras estaban ellos discutiendo los informes sobre la resurrección del Maestro, él se manifestó en su medio, a pesar de que las puertas estaban cerradas con seguro, y les habló diciendo: «Que la paz sea con vosotros. Aunque el Hijo del Hombre apareció en la tierra entre los judíos, él vino para ministrar a todos los hombres. En el reino de mi Padre no habrá ni judíos ni gentiles; seréis todos hermanos — los hijos de Dios. Id pues al mundo, proclamando este evangelio de salvación, así como lo habéis recibido de los embajadores del reino, y yo os recibiré en la comunión de la hermandad de los hijos de la fe y de la verdad del Padre». Cuando así les habló, se despidió, y no le volvieron a ver. Permanecieron dentro de la casa toda la noche, estaban demasiado sobrecogidos de pavor y temor para atreverse a salir. Tampoco durmieron estos griegos esa noche; permanecieron despiertos, discutiendo estas cosas y esperando que el Maestro los pudiera visitar nuevamente. En este grupo estaban muchos de los griegos que se encontraban en Getsemaní cuando los soldados arrestaron a Jesús después de que Judas le traicionó con un beso.
      
Los rumores de la resurrección de Jesús y los informes sobre las muchas apariciones a sus seguidores se estaban difundiendo rápidamente, y la ciudad entera estaba en un estado de tensa excitación. Ya el Maestro había aparecido ante su familia, las mujeres, y los griegos, y dentro de poco, se manifestaría entre los apóstoles. El sanedrín pronto está por empezar la discusión de estos nuevos problemas que tan repentinamente se han precipitado sobre los potentados judíos. Jesús piensa mucho acerca de sus apóstoles, pero desea que sigan estando solos por unas horas más, para que reflexionen solemnemente y consideren las cosas antes de que él los visite.