«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

viernes, 27 de junio de 2014

El transito morontial.


A las dos cuarenta y cinco del domingo por la madrugada, la comisión de encarnación del Paraíso, formada de siete personalidades del Paraíso no identificadas, llegó al sitio, desplegándose inmediatamente alrededor del sepulcro. A las tres menos diez, comenzaron a emanar del nuevo sepulcro de José intensas vibraciones de actividades materiales y morontiales combinadas, y dos minutos después de las tres este domingo por la mañana, 9 de abril del año 30 d. de J.C., la forma y personalidad morontial resucitada de Jesús de Nazaret salió del sepulcro.
      
Cuando Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la tierra por casi treinta y seis años aún yacía allí en el nicho del sepulcro, tal cual y envuelto en el sudario de lino, tal como lo dispusieran para su reposo José y sus asociados el viernes por la tarde. La piedra de la entrada del sepulcro tampoco fue movida para nada; el sello de Pilato permanecía intacto; los soldados aún estaban de centinela. Los guardianes del templo habían permanecido continuamente de guardia; la guardia romana fue reemplazada a la medianoche. Ninguno de estos seres vigilantes sospechó que el objeto de su vigila se había levantado, en una nueva y más alta forma de existencia, y que el cuerpo que ellos estaban vigilando ya no era sino un indumento exterior desechado, ya sin conexión alguna con la personalidad morontial entregada y resucitada de Jesús.
      
La humanidad es lenta en percibir que, en todo lo personal, la materia es el esqueleto de morontia, y que ambos constituyen la sombra reflejada de la realidad espiritual duradera. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que lleguéis a considerar que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad y el espacio la sombra huidiza de las realidades del Paraíso?
      
Por lo que podemos juzgar, ninguna criatura de este universo ni personalidad de otros universos tuvo nada que ver con esta resurrección morontial de Jesús de Nazaret. El viernes, él dio su vida como un mortal del reino; el domingo por la mañana, la volvió a poseer como un ser morontial del sistema de Satania en Norlatiadek. Mucho hay sobre la resurrección de Jesús que nosotros no comprendemos. Pero sí sabemos que ocurrió tal como lo hemos declarado y aproximadamente a la hora indicada. También podemos registrar que todos los fenómenos conocidos asociados con este tránsito mortal, o resurrección morontial, ocurrieron allí mismo, en el nuevo sepulcro de José, donde yacían los restos mortales de Jesús envueltos en las vendas fúnebres.
      
Sabemos que ninguna criatura del universo local participó en este despertar morontial. Percibimos las siete personalidades del Paraíso que rodean la tumba, pero no los vimos hacer nada en relación con el despertar del Maestro. En el momento en que Jesús apareció junto a Gabriel, encima del sepulcro, las siete personalidades del Paraíso indicaron su intención de partir inmediatamente para Uversa.
      
Aclaremos para siempre el concepto de la resurrección de Jesús con las siguientes declaraciones:
      
1. Su cuerpo material o físico no fue parte de la personalidad resurgida. Cuando Jesús salió de la tumba, sus restos carnales permanecieron sin cambios en el sepulcro. El emergió del sepulcro, sin desplazar las piedras que cerraban la entrada y sin romper los sellos de Pilato.
      
2. No salió de la tumba como espíritu ni como Micael de Nebadon; no apareció en forma de Soberano Creador, como había sido antes de su encarnación en la semejanza de carne mortal en Urantia.
      
3. Salió de esta tumba de José en la misma semejanza de las personalidades morontiales de los que, como seres ascendentes morontiales resucitados, emergen de las salas de resurrección del primer mundo de estancia de este sistema local de Satania. Y la presencia del monumento a Micael en el centro del vasto patio de las salas de resurrección en el primer mundo de estancia nos lleva a conjeturar que la resurrección del Maestro en Urantia fue en cierto modo fomentada en éste, el primero de los mundos de estancia del sistema.
      
El primer acto de Jesús al levantarse de la tumba fue saludar a Gabriel e instruirlo que continuara con el cargo ejecutivo de los asuntos del universo bajo Emanuel; solicitó luego al jefe de los Melquisedek que transmitiera a Emanuel sus saludos fraternales. Entonces pidió él al Altísimo de Edentia la certificación de los Ancianos de los Días en cuanto a su tránsito mortal; y volviéndose hacia los grupos morontiales de los siete mundos de estancia, allí reunidos para saludar y dar la bienvenida a su Creador en semejanza de criatura de su orden, Jesús dijo las primeras palabras de su carrera postmortal. Dijo el Jesús morontial: «Habiendo completado mi vida en la carne, deseo permanecer aquí por un corto período de transición, para poder conocer más plenamente la vida de mis criaturas ascendentes y revelar ulteriormente la voluntad de mi Padre en el Paraíso».
      
Después que hubo hablado Jesús, hizo un gesto al Ajustador Personalizado, y todas las inteligencias de este universo que se habían reunido en Urantia para presenciar la resurrección fueron inmediatamente despachadas a sus respectivas asignaciones en el universo.
      
A continuación inició Jesús los contactos con el nivel morontial, siendo presentado, como criatura, a los requisitos de la vida que había elegido vivir, por un corto período, en Urantia. Esta iniciación en el mundo morontial requirió más de una hora de tiempo terrestre y fue interrumpida dos veces por su deseo de comunicarse con sus previas asociadas en la carne cuando éstas salieron de Jerusalén para espiar la tumba vacía y descubrir maravilladas lo que ellas consideraban prueba de su resurrección.
      
Ya se ha completado el tránsito mortal de Jesús: la resurrección morontial del Hijo del Hombre. La experiencia transitoria del Maestro como personalidad intermedia entre lo material y lo espiritual, ha comenzado. Él lo ha hecho todo mediante su poder inherente; ninguna personalidad le ha dado ayuda alguna. Ahora vive como Jesús de morontia, y al comenzar su vida morontial, su cuerpo material carnal yace tal cual en la tumba. Lo soldados siguen vigilando, y las piedras de la entrada permanecen selladas por el sello del gobernador.