«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

miércoles, 28 de marzo de 2012

El año treinta (24 d. de J.C.)

Después de despedirse de Gonod y de Ganid en Charax (en diciembre del año 23 d. de J.C.) Jesús regresó por el camino de Ur a Babilonia, donde se unió a una caravana del desierto que se dirigía a Damasco. De Damasco fue a Nazaret, deteniéndose sólo unas pocas horas en Capernaum para visitar a la familia de Zebedeo. Se encontró allí con su hermano Santiago, quien estaba desde hacía algún tiempo trabajando en su lugar en el astillero de Zebedeo. Después de conversar con Santiago y con Judá, que también se encontraba por casualidad en Capernaum; y de hacer a su hermano Santiago el traspaso de propiedad de la casita que Juan Zebedeo había comprado en su nombre, Jesús siguió camino a Nazaret.
      
Al finalizar su viaje por el Mediterráneo, Jesús había ganado dinero suficiente como para cubrir los gastos diarios casi hasta el momento del comienzo mismo de su ministerio público. Pero, a excepción de Zebedeo de Capernaum, y de los que le conocieron en el curso de esta gira extraordinaria, el mundo nada supo de este viaje. Su familia creía que había pasado ese período de tiempo estudiando en Alejandría. Jesús nunca confirmó estas suposiciones, pero tampoco hizo nada por refutarlas abiertamente.
      
Durante su estancia de unas pocas semanas en Nazaret, Jesús departió con su familia y sus amigos, y estuvo por algún tiempo en el taller de reparaciones con su hermano José, pero la mayor parte de su atención la dedicó a María y a Ruth. Estaba Ruth por cumplir los quince años, y era ésta la primera oportunidad que se le ofrecía a Jesús de conversar con ella desde que se había convertido en doncella.
      
Tanto Simón como Judá deseaban casarse desde hacía algún tiempo, pero no querían hacerlo sin el consentimiento de Jesús; por eso habían pospuesto estos eventos a la espera del retorno de su hermano mayor. Aunque todos consideraban a Santiago como el jefe de la familia en casi todos los asuntos, en lo que se refería al matrimonio deseaban recibir la bendición de Jesús. Así pues, Simón y Judá se casaron en una doble boda a principios de marzo de este año, el 24 d. de J.C. Ya todos los hijos mayores estaban casados; sólo Ruth, la más joven, aún estaba con María en la casa paterna.
      
Jesús departía con toda naturalidad con cada uno de los integrantes de su familia por separado, pero cuando se encontraban todos reunidos era tan poco lo que tenía que decir, que todos lo comentaban entre ellos. Especialmente María estaba desconcertada por este comportamiento tan peculiar y extraño de su hijo primogénito.
      
Por la época en que Jesús se estaba aprontando para irse de Nazaret, el conductor de una gran caravana, a la sazón en la ciudad, cayó gravemente enfermo y Jesús, que era políglota, se ofreció para reemplazarlo. Puesto que este viaje significaría que se ausentaría por un año, y puesto que todos sus hermanos ya estaban casados y su madre vivía en la casa paterna con Ruth, Jesús convocó un consejo de familia para proponer que María y Ruth se mudaran a Capernaum, para habitar en la casa que le había traspasado recientemente a Santiago. Así, pocos días después de la partida de Jesús con la caravana, se mudaron María y Ruth a Capernaum, donde vivieron por el resto de la vida de María en la casa que Jesús les había proporcionado. José se mudó con su familia a la vieja casa de Nazaret.
      
Fue éste uno de los años más excepcionales en la experiencia íntima del Hijo del Hombre; hubo gran progreso en la tarea de alcanzar una armonía funcional entre su mente humana y el Ajustador residente. El Ajustador se había ocupado activamente de la reorganización del pensamiento y la preparación de la mente para los grandes acontecimientos que se anunciaban en un futuro ya no muy distante. La personalidad de Jesús se estaba preparando para su gran cambio de actitud hacia el mundo. Fue ésta la época intermedia, la etapa de transición de este ser, que comenzó la vida como Dios que aparece como hombre, y que ahora se estaba preparando para completar su carrera terrenal como hombre que aparece como Dios.