Cuando Felipe y Mateo regresaron con sus compañeros e informaron de que los habían echado de la aldea, Santiago y Juan se acercaron a Jesús y dijeron: «Maestro, rogamos que nos permitas que ordenemos que caiga fuego de los cielos para arrasar con estos samaritanos insolentes e impenitentes». Pero cuando Jesús oyó estas palabras de venganza, se volvió a los hijos de Zebedeo y los reprochó severamente: «Por lo que estáis diciendo no sabéis la actitud que estáis manifestando. La venganza no tiene cabida en el reino de los cielos. En vez de discutir, encaminémonos a la pequeña aldea junto al vado del Jordán». Así pues, debido a un prejuicio sectario, estos samaritanos se vieron privados del honor de ofrecer hospitalidad al Hijo Creador de un universo.
Jesús y los diez pasaron la noche en la aldea junto al vado del Jordán. Temprano por la mañana siguiente, cruzaron el río y continuaron camino a Jerusalén por la carretera del este del Jordán, llegando a Betania tarde por la noche del miércoles. Tomás y Natanael llegaron el viernes porque se habían atrasado debido a sus conversaciones con Rodán.
Jesús y los doce permanecieron en la cercanía de Jerusalén hasta fines del mes siguiente (octubre), unas cuatro semanas y media. Jesús mismo fue sólo pocas veces a la ciudad, y estas breves visitas ocurrieron en los días de la fiesta de los tabernáculos. Pasó gran parte del mes de octubre con Abner y sus asociados en Belén.