Mientras estaban allí sentados pensando, Simón
Pedro preguntó: «¿Es que dices esta parábola para nosotros, tus
apóstoles, o para todos los discípulos?» Y Jesús contestó:
«En los momentos de prueba se revela el
alma del hombre; la prueba revela lo que verdaderamente alberga su
corazón. Cuando el siervo haya pasado la prueba, el amo de la casa
pondrá a este siervo al frente de la casa y le confiará su hogar,
sabiendo con tranquilidad que sus hijos serán debidamente cuidados y
alimentados. Asimismo, yo pronto sabré en quien podré confiar el
bienestar de mis hijos, cuando regrese al Padre. Así como el amo de la
casa pondrá los buenos y probados siervos a cargo de los asuntos de su
familia, del mismo modo yo pondré a cargo de los asuntos de mi reino a
los que resistan las pruebas de este período.
«Pero si el siervo es holgazán y piensa en
su corazón, `mi amo tarda en llegar', y comienza a maltratar a los demás
siervos y come y bebe con los borrachos, y entonces el amo regresará en
el momento en que él no lo espera y, encontrándolo infiel, lo expulsará
en deshonra. Por lo tanto hacéis bien en prepararos para ese día en que
de pronto seréis visitados inesperadamente. Recordad, mucho se os ha
dado; por lo tanto, mucho se esperará de vosotros. Duras pruebas se os
avecinan. Yo tengo un bautismo que me bautizará, y vigilaré hasta que
esto se haya llevado a cabo. Vosotros predicáis paz en la tierra, pero
mi misión no traerá paz en los asuntos materiales de los hombres, por lo
menos, no por un tiempo. La división es el único resultado posible
cuando dos miembros de una familia creen en mí y tres de ellos rechazan
este evangelio. Amigos, parientes y seres queridos están destinados a
estar los unos contra los otros por causa del evangelio que vosotros
predicáis. Es verdad que cada uno de estos creyentes tendrá una gran paz
duradera en su corazón, pero la paz en la tierra no llegará hasta tanto
no estén todos dispuestos a creer y a ingresar en la herencia gloriosa
de la filiación de Dios. Sin embargo, salid a todo el mundo y proclamad
este evangelio a todas las naciones, a todo hombre, mujer y niño».
Fue éste el fin de un día sábado pletórico y
fructífero. Al día siguiente, Jesús y los doce fueron a las ciudades
del norte de Perea para visitar a los setenta, quienes estaban
trabajando en estas regiones bajo la supervisión de Abner.