La presencia de gente de todo el mundo conocido,
desde España hasta la India, hacía de la fiesta de los tabernáculos una
ocasión ideal para que Jesús proclamara públicamente por primera vez
todo su evangelio en Jerusalén. En esta fiesta la gente vivía mucho al
aire libre, en chozas hechas de hojas. Era la fiesta de la cosecha, y al
ocurrir en los meses frescos del otoño, generalmente venían más judíos
de todas partes que para la Pascua a fin del invierno o para Pentecostés
al comienzo del verano. Los apóstoles finalmente contemplaban a su
Maestro haciendo el audaz anuncio de su misión en la tierra ante el
mundo entero.
Era ésta la fiesta de las fiestas, puesto
que todo sacrificio que se había dejado hacer en los otros festivales se
podría hacer en éste. En esta ocasión se recibían las ofrendas para el
templo; era una combinación de los placeres de las vacaciones, con los
ritos solemnes del culto religioso. Era éste un momento de regocijo
racial, mezclado con sacrificios, cantos levíticos, y las notas solemnes
de las trompetas de plata de los sacerdotes. Por la noche, el
extraordinario espectáculo del templo y sus multitudes de peregrinos
estaba brillantemente alumbrado por los grandes candelabros que ardían
centelleantes en el patio de las mujeres, así como también por los
resplandores de cientos de antorchas colocadas en los patios del templo.
Toda la ciudad estaba decorada alegremente, excepto el castillo romano
de Antonia, que se veía sombrío ante esta escena festiva, llena de
adoración. ¡Y cuánto odiaban los judíos este símbolo siempre presente
del yugo romano!
Durante la fiesta se sacrificaban setenta
bueyes, símbolo de las setenta naciones de paganismo. La ceremonia del
agua simbolizaba el esparcimiento del espíritu divino. Esta ceremonia
del agua se producía después de la procesión de los sacerdotes y levitas
al amanecer. Los fieles bajaban por los peldaños que conducían del
patio de Israel al patio de las mujeres, mientras se tocaban notas
sucesivas en las trompetas de plata. Luego, los fieles marchaban hasta
el Hermoso portón, que se abría al patio de los gentiles. Aquí, se
volvían para mirar al oeste, repetir sus cantos, y continuar la
procesión del agua simbólica.
El último día de la fiesta, oficiaban casi
cuatrocientos cincuenta sacerdotes con un número correspondiente de
levitas. Al amanecer se reunían los peregrinos de todas las partes de la
ciudad, cada cual llevando en la mano derecha un manojo de ramas de
mirto, sauce y palma, mientras que en la mano izquierda llevaban una
rama de manzana del paraíso: la cidra, o la «fruta prohibida». Estos
peregrinos se dividían en tres grupos para esta ceremonia matutina. Un
grupo permanecía en el templo para asistir a los sacrificios matutinos;
otro bajaba en procesión de Jerusalén hasta cerca de Maza para cortar
las ramas de sauce destinadas a adornar el altar del sacrificio,
mientras que el tercer grupo formaba una procesión para marchar desde el
templo siguiendo al sacerdote con el agua, quien, al son de las
trompetas de plata, llevaba la jarra de oro que contenía el agua
simbólica, saliendo por Ofel hasta cerca de Siloé, donde se encontraba
el Portón de la fuente. Una vez que se había llenado la jarra de oro en
el estanque de Siloé, la procesión marchaba de vuelta al templo,
entrando por el Portón del agua y dirigiéndose directamente al patio de
los sacerdotes, donde el sacerdote que llevaba la jarra de agua se unía
al sacerdote que llevaba el vino para la ofrenda de bebida. Estos dos
sacerdotes se dirigían luego a los embudos de plata que conducían a la
base del altar, y echaban en ellos el contenido de las jarras. La
ejecución de este rito de echar vino y agua señalaba el momento en que
los peregrinos reunidos comenzaban a cantar los salmos 113 al 118
inclusive, alternativamente con los levitas. A medida que repetían estos
versos, hacían ondular sus manojos de ramas hacia el altar. Luego se
realizaban los sacrificios para ese día, asociados con la repetición del
salmo del día, relegando el salmo ochenta y dos para el último día de
la fiesta, comenzando con el quinto verso.