El sábado 19 de noviembre por la tarde, en el
campamento de Magadán, Jesús ordenó a los setenta y Abner fue nombrado
jefe de estos predicadores e instructores del evangelio. Este cuerpo de
setenta consistía en Abner y diez de los ex apóstoles de Juan, cincuenta
y uno de los primeros evangelistas, y otros ocho discípulos que se
habían distinguido en el servicio del reino.
Alrededor de las dos de la tarde de este
sábado, entre chaparrones de lluvia, un grupo de creyentes, aumentado
por la llegada de David y de la mayoría de sus mensajeros, llegando a
más de cuatrocientas personas, se reunió junto a la orilla del Lago de
Galilea para presenciar la ordenación de los setenta.
Antes de poner Jesús sus manos sobre la
cabeza de cada uno de los setenta para nombrarlos mensajeros del
evangelio, al dirigirles la palabra les dijo: «La cosecha es
verdaderamente abundante, pero los labradores son pocos; por eso os
exhorto a todos que oréis para que el Señor de la cosecha envíe aún más
labradores a su cosecha. Estoy a punto de nombraros mensajeros del
reino; estoy a punto de enviaros a judíos y gentiles como corderos entre
los lobos. Cuando vayáis por vuestro camino, de dos en dos, os instruyo
que no llevéis ni bolsa ni indumentos extra porque salís en esta
primera misión por una corta temporada. No saludéis a ningún hombre por
el camino, ocupaos sólo de vuestra tarea. Cuando quiera que os alojéis
en un hogar, decid primero: que la paz sea con vosotros en este hogar.
Si los que en él moran aman la paz, allí moraréis; si no, partiréis.
Cuando hayáis seleccionado esta casa, permaneced allí durante vuestra
estadía en esa ciudad, comiendo y bebiendo lo que os sirvan. Esto lo
haréis porque el obrero tiene derecho a su sostén. No os trasladéis de
casa en casa porque os ofrezcan mejor alojamiento. Recordad, al salir
para proclamar paz sobre la tierra y buena voluntad entre los hombres,
debéis luchar con enemigos amargados e insidiosos; por eso, sed tan
sabios como serpientes y tan inocuos como palomas.
«Dondequiera que vayáis, predicad diciendo,
`el reino del cielo está cerca', y ministrad a todos los que puedan
estar enfermos de mente o de cuerpo. Habéis recibido generosamente de
las buenas cosas del reino; dad pues generosamente. Si el pueblo de una
ciudad os recibe, encontrarán abundante entrada al reino del Padre; pero
aun si el pueblo de una ciudad se niega a recibir este evangelio,
proclamaréis vuestro mensaje al abandonar esa comunidad descreída,
diciendo, mientras os alejáis a los que rechazan vuestras enseñanzas: `a
pesar de que vosotros rechazáis la verdad, el reino de Dios ha estado
cerca de vosotros'. El que os oye a vosotros, me oye a mí. Y el que me
oye a mí, oye a Aquél que me envió. El que rechaza vuestro mensaje del
evangelio, me rechaza a mí. Y el que me rechaza a mí, rechaza a Aquél
que me envió.»
Después de hablar Jesús así a los setenta,
mientras se arrodillaban en un círculo a su alrededor, puso sus manos
sobre la cabeza de cada uno de los hombres, comenzando con Abner.
Al día siguiente, temprano por la mañana,
Abner envió a los setenta mensajeros a todas las ciudades de Galilea,
Samaria y Judea. Y estas treinta y cinco parejas salieron predicando y
enseñando por unas seis semanas, retornando todos ellos al nuevo
campamento cerca de Pella, en Perea, el viernes 30 de diciembre.