A LO largo de este período de ministerio en Perea, cuando se menciona
que Jesús y los apóstoles visitaron varias localidades donde se
encontraban trabajando los setenta, es bueno recordar que, como regla
general, sólo diez apóstoles lo acompañaban puesto que era costumbre
dejar por lo menos a dos de los apóstoles en Pella para que predicaran a
la multitud. Al prepararse Jesús para seguir viaje a Filadelfia, Simón
Pedro y su hermano Andrés regresaron al campamento de Pella para enseñar
a la gente allí reunida. Cuando el Maestro dejaba el campamento de
Pella para recorrer Perea, no era infrecuente que lo siguieran entre
trescientos y quinientos de los acampantes. Cuando llegó a Filadelfia,
iba acompañado por más de seiscientos seguidores.
Ningún milagro había ocurrido durante la
reciente gira de predicación a través de la Decápolis y, a excepción de
la cura de los diez leprosos, hasta ese momento no había habido milagro
alguno en esta misión en Perea. Éste era un período en el que el
evangelio se proclamaba con pleno poder, sin milagros, y la mayor parte
del tiempo sin la presencia personal de Jesús ni tampoco de sus
apóstoles.
Jesús y los diez apóstoles llegaron a
Filadelfia el miércoles 22 de febrero, y pasaron el jueves y el viernes
descansando de su recientes viajes y labores. Ese viernes por la noche
Santiago habló en la sinagoga, y se convocó un concilio general para el
atardecer del día siguiente. Mucho se regocijaban ellos por el progreso
del evangelio en Filadelfia y las aldeas cercanas. Los mensajeros de
David también trajeron la noticia del avance mayor del reino por toda
Palestina, así como también buenas nuevas de Alejandría y Damasco.