«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

lunes, 4 de febrero de 2013

La estadía y la enseñanza junto al mar.

PARA el 10 de marzo, todos los grupos de predicación y enseñanza se habían reunido en Betsaida. El jueves por la noche y el viernes muchos de ellos fueron a pescar, mientras que el día del sábado asistieron a la sinagoga para escuchar a un anciano judío de Damasco hablar sobre la gloria del padre Abraham. Jesús pasó la mayor parte de este día sábado a solas en las colinas. Ese sábado por la noche el Maestro habló más de una hora a los grupos reunidos sobre «la misión de las adversidades y el valor espiritual del desencanto». Fue ésta una memorable ocasión y sus oyentes jamás olvidaron la lección por él impartida.
 
     
Jesús aún no se había recobrado completamente de la pesadumbre del reciente rechazo sufrido en Nazaret; los apóstoles se apercibían de una tristeza peculiar que empañaba su conducta generalmente alegre. Santiago y Juan estaban con él la mayor parte del tiempo, pues Pedro estaba muy ocupado con las muchas responsabilidades que tenían que ver con el bienestar y la dirección del nuevo cuerpo de evangelistas. Este compás de espera antes de salir rumbo a Jerusalén para la Pascua, lo pasaron las mujeres visitando de casa en casa, enseñando el evangelio y ministrando a los enfermos en Capernaum y en las ciudades y aldeas circunvecinas.