«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

miércoles, 20 de febrero de 2013

La visión nocturna de Simón Pedro.

Los apóstoles, sin su Maestro —que los había enviado de vuelta solos— subieron a la barca y en silencio empezaron a remar hacia Betsaida, en la orilla occidental del lago. Ninguno de los doce estaba más deprimido y anonadado que Simón Pedro. Apenas si se habló una palabra; estaban todos pensando en el Maestro, solo; en las colinas. ¿Acaso los había abandonado? Nunca antes los había enviado a todos de vuelta, negándose a volverse con ellos. ¿Qué significaba todo esto?
     
La oscuridad descendió sobre ellos, porque soplaba un fuerte viento en contra que les impedía avanzar. A medida que pasaban las horas de oscuridad y duro remar, Pedro, agotado, cayó en un profundo sueño. Andrés y Santiago lo acarrearon al asiento acojinado en la popa de la barca. Mientras los demás apóstoles luchaban contra el viento y las olas, Pedro tuvo un sueño; vio una visión de Jesús que se les acercaba caminando sobre el mar. Cuando ya parecía el Maestro caminar pasando de largo junto a la barca, Pedro gritó: «Sálvanos, Maestro, sálvanos». Los que estaban cerca de la popa de la barca le oyeron decir algunas de estas palabras. Continuó esta aparición nocturna en la mente de Pedro, y soñó que Jesús decía: «Estad de buen ánimo; sí, soy yo; no temáis». Fue éste como el bálsamo de Gilead para el alma atribulada de Pedro; serenó su espíritu preocupado, de modo que (en su sueño) gritó al Maestro: «Señor, si eres realmente tú, convídame a que camine contigo sobre las aguas». Y salió Pedro caminando sobre el agua, y las olas embravecidas lo asustaron, y a punto de hundirse, gritó: «Señor, ¡sálvame!» Muchos entre los doce oyeron su grito. Entonces Pedro soñó que Jesús venía a rescatarlo y, dándole la mano, lo aferraba y lo levantaba, diciendo: «Oh, tú con tan poca fe, ¿por qué dudaste?».
     
En relación con la última parte de su sueño, Pedro en realidad se levantó del asiento sobre el que dormía y salió de la barca al agua. Y despertó de su sueño cuando Andrés, Santiago y Juan corrieron a sacarlo del mar.
      
Para Pedro, esta experiencia fue siempre real. Creía sinceramente que Jesús había venido durante la noche. Convenció sólo parcialmente a Juan Marcos, lo cual explica por qué Marcos dejó de mencionar en su narrativa una porción de esta historia. Lucas, el médico, quien investigó cuidadosamente estos asuntos, concluyó que el episodio fue una visión de Pedro y por consiguiente se negó a incluir este relato en la preparación de su narrativa.