«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

martes, 8 de abril de 2014

En Getsemaní.

ERAN alrededor de las diez de la noche de este jueves cuando Jesús condujo a los once apóstoles de la casa de Elías y María Marcos camino de vuelta al campamento de Getsemaní. Desde ese día en las colinas, Juan Marcos se había ocupado de vigilar constantemente a Jesús. Juan, que tenía necesidad de dormir, descansó varias horas mientras el Maestro estaba con sus apóstoles en el aposento superior, pero al oír que ellos bajaban, se levantó y, envolviéndose rápidamente en un manto de lino, los siguió a través de la ciudad, cruzando el arroyo Cedrón, y hasta el campamento privado adyacente al parque de Getsemaní. Juan Marcos permaneció tan cerca del Maestro a lo largo de esa noche y del día siguiente que presenció todo y escuchó mucho de lo que el Maestro dijo desde ese momento hasta la hora de la crucifixión.
      
Mientras Jesús y los once regresaban al campamento, los apóstoles comenzaron a preguntarse el significado de la prolongada ausencia de Judas, y hablaron entre sí sobre la predicción del Maestro de que uno de ellos lo traicionaría, y por primera vez sospecharon que no todo estaba bien respecto a Judas Iscariote. Pero no comentaron abiertamente sobre Judas hasta llegar al campamento y observar que él no estaba allí esperándolos. Cuando todos ellos acosaron a Andrés para saber qué le había pasado a Judas, su jefe tan sólo observó: «No sé donde está Judas, pero temo que nos haya desertado».