La misión de cuatro semanas en la Decápolis tuvo un éxito moderado.
Cientos de almas fueron recibidas en el reino, y los apóstoles y
evangelistas acumularon experiencia valiosa al llevar a cabo su trabajo
sin la inspiración de la inmediata presencia personal de Jesús.
El viernes 16 de septiembre, todo el
cuerpo de trabajadores se reunió, tal como se había establecido, en el
parque de Magadán. El día sábado se celebró un consejo de más de cien
creyentes en el que se consideraron a fondo los planes futuros para la
ampliación del trabajo del reino. Asistieron los mensajeros de David e
informaron sobre el bienestar de los creyentes en Judea, Samaria,
Galilea y los distritos adyacentes.
Pocos de los seguidores de Jesús apreciaban
plenamente en ese momento el gran valor de los servicios del cuerpo de
mensajeros. Los mensajeros no sólo mantenían a los creyentes en contacto
unos con los otros, con Jesús y los apóstoles por toda Palestina, sino
que durante estos días difíciles también servían como recolectores de
fondos, no sólo para el mantenimiento de Jesús y sus asociados, sino
también para ayudar a las familias de los doce apóstoles y de los doce
evangelistas.
Aproximadamente en esta época, Abner
trasladó su centro de operaciones de Hebrón a Belén, y este último lugar
fue también el centro de operaciones en Judea para los mensajeros de
David. David mantenía un servicio de mensajeros de difusión de noticias
de la tarde a la mañana, entre Jerusalén y Betsaida. Estos corredores
salían de Jerusalén todas las tardes, se relevaban en Sicar y
Escitópolis, y llegaban a Betsaida a la hora del desayuno de la mañana
siguiente.
Ahora Jesús y sus asociados se dispusieron a
tomar una semana de descanso antes de prepararse para empezar la última
época de sus labores para el reino. Fue éste su último descanso porque
la misión de Perea se desarrolló en una campaña de predicación y
enseñanza que continuó hasta el momento de su llegada a Jerusalén y del
advenimiento de los episodios finales de la carrera terrenal de Jesús.