
Muchos de los dirigentes de la industria de la púrpura de Tiro, el colorante que hiciera famosas a Tiro y Sidón en todo el mundo, y que tanto contribuyó a su comercio mundial y consiguiente enriquecimiento, creían en el reino. Cuando, poco tiempo después, comenzó a disminuir la población de los animales marinos de los que se extraía este colorante, los fabricantes de colorante salieron en busca de estos mariscos en otros lugares. Y emigrando así hasta los fines de la tierra, llevaron con ellos el mensaje de la paternidad de Dios y de la hermandad del hombre —el evangelio del reino.