Todos los días, durante este período de dos
semanas, los apóstoles y evangelistas entraban a Tiro por el muelle de
Alejandro para dirigir pequeñas reuniones, y todas las noches la mayoría
de ellos retornaba al campamento en la casa de José al sur de la
ciudad. Todos los días los creyentes salían de la ciudad para hablar con
Jesús en su lugar de descanso. El Maestro habló en Tiro sólo una vez,
en la tarde del 20 de julio, cuando enseñó a los creyentes sobre el
amor del Padre por toda la humanidad y sobre la misión del Hijo de
revelar el Padre a todas las razas humanas. Había tanto interés en el
evangelio del reino entre estos gentiles que, en esta ocasión, se le
abrieron las puertas del templo de Melcart, y es interesante notar que
en años subsiguientes se construyó una iglesia cristiana en el mismo
sitio del antiguo templo.Muchos de los dirigentes de la industria de la púrpura de Tiro, el colorante que hiciera famosas a Tiro y Sidón en todo el mundo, y que tanto contribuyó a su comercio mundial y consiguiente enriquecimiento, creían en el reino. Cuando, poco tiempo después, comenzó a disminuir la población de los animales marinos de los que se extraía este colorante, los fabricantes de colorante salieron en busca de estos mariscos en otros lugares. Y emigrando así hasta los fines de la tierra, llevaron con ellos el mensaje de la paternidad de Dios y de la hermandad del hombre —el evangelio del reino.