«Desde el primer momento de mi estancia entre vosotros os enseñé que mi único fin era revelar a mi Padre de los cielos a sus hijos en la Tierra. He vivido esta encarnación para que podáis acceder al conocimiento de ese Gran Dios. Os he revelado que Dios es vuestro Padre y vosotros sus hijos...»

viernes, 21 de junio de 2013

El retorno a Magadán.

La misión de cuatro semanas en la Decápolis tuvo un éxito moderado. Cientos de almas fueron recibidas en el reino, y los apóstoles y evangelistas acumularon experiencia valiosa al llevar a cabo su trabajo sin la inspiración de la inmediata presencia personal de Jesús.
      
El viernes 16 de septiembre, todo el cuerpo de trabajadores se reunió, tal como se había establecido, en el parque de Magadán. El día sábado se celebró un consejo de más de cien creyentes en el que se consideraron a fondo los planes futuros para la ampliación del trabajo del reino. Asistieron los mensajeros de David e informaron sobre el bienestar de los creyentes en Judea, Samaria, Galilea y los distritos adyacentes.

      
Pocos de los seguidores de Jesús apreciaban plenamente en ese momento el gran valor de los servicios del cuerpo de mensajeros. Los mensajeros no sólo mantenían a los creyentes en contacto unos con los otros, con Jesús y los apóstoles por toda Palestina, sino que durante estos días difíciles también servían como recolectores de fondos, no sólo para el mantenimiento de Jesús y sus asociados, sino también para ayudar a las familias de los doce apóstoles y de los doce evangelistas.
      
Aproximadamente en esta época, Abner trasladó su centro de operaciones de Hebrón a Belén, y este último lugar fue también el centro de operaciones en Judea para los mensajeros de David. David mantenía un servicio de mensajeros de difusión de noticias de la tarde a la mañana, entre Jerusalén y Betsaida. Estos corredores salían de Jerusalén todas las tardes, se relevaban en Sicar y Escitópolis, y llegaban a Betsaida a la hora del desayuno de la mañana siguiente.
      
Ahora Jesús y sus asociados se dispusieron a tomar una semana de descanso antes de prepararse para empezar la última época de sus labores para el reino. Fue éste su último descanso porque la misión de Perea se desarrolló en una campaña de predicación y enseñanza que continuó hasta el momento de su llegada a Jerusalén y del advenimiento de los episodios finales de la carrera terrenal de Jesús.